Crear un partido político es relativamente sencillo si solo se trata de cumplir con los requisitos legales. Así se crearon Cambio 90, Perú Posible y el PNP, por mencionar noveles que llegaron al poder. Lo importante es conocer cómo se sostienen y, sobre todo, cómo se enraízan. Obviamente, no hay fórmulas, solo vacíos que llenar. Cambio 90 se formó para que Alberto Fujimori llegara al Senado. Perú Posible (País Posible) en 1995 y el PNP en el 2006 no pudieron conseguir firmas para debutar en comicios presidenciales, así que tuvieron que aliarse con agrupaciones menores como CODE y UPP, respectivamente. Los partidos surgen en el Perú de manera precaria, muy dependientes de cómo manejen el azar de los hechos venideros, de cómo aprovechen las oportunidades que se les presenta. Fujimori agradeció un sistema de partidos en colapso y así ‘representó’ la crítica a la política tradicional. Toledo supo tomar ventaja de la movilización social en contra de Fujimori, aunque luego desvarió. Humala esperó el pase gol que le pusieron todos los partidos que sobrepoblaron la derecha, pero al volverse uno más perdió fuerza. No es casual que estos partidos –exitosos– tuvieron que posicionarse frente a luchas por el régimen político. El fujimorismo sentó las bases de su futuro en un autogolpe; PP se montó, en su momento, sobre la democratización de una política corrompida; y el nacionalismo usufructuó el radicalismo armado post-Sendero (el Andahuaylazo es más importante para su ‘marca’ que Locumba). Entre militares y protestantes se ganaron un espacio en una política desinstitucionalizada, pero no todos tendrán la misma esperanza de vida. Esta dependerá de cómo elijan sus batallas, azucen a sus rivales y administren sus derrotas.
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