23.NOV Sábado, 2024
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Opinión

Tengo frente a mí a Nachito. Es peruano, tiene diez años y me cuenta que sueña con ser cocinero. Se indigna conmigo cuando le cuento que la primera receta que aprendí en la escuela fue la de pollo al horno. ¿Sabes hacerla?, le pregunté ilusamente. Con cara de disgusto, me responde ¿Cuál pollo al horno? El suizo, el tailandés, el cantonés, el criollo, el achifado, porque los he hecho todos.

Sorprendido, le explico que en mis tiempos de estudiante, si quería una receta más de pollo al horno, debía esperar el fin de semana para ir a la librería o la biblioteca. Le recuerdo que en aquellos tiempos no había Internet, mientras voy googleando la frase pollo al horno en mi teléfono. Y apareció la respuesta. 40 millones de recetas de pollo al horno, 20,000 vídeos y 30,000 fotografías. Ese es el mundo que le ha tocado vivir a Nachito: El mundo de la conectividad y de la información infinita. Un mundo que nos ha acercado y revelado a todos, una diversidad fascinante agazapada por largo tiempo y que hoy como lo hizo Nachito con naturalidad y libertad, vamos aprendiendo a no tenerle miedo sino mas bien a celebrarla a disfrutarla y agradecerla.

Gracias a ello es que los hábitos de consumo y el perfil del consumidor en el mundo tienen hoy otros paradigmas. Ya no estamos frente a un consumidor que busca lo estándar, lo automatizado, lo genérico, lo mecanizado. Tampoco frente a un consumidor que busca desesperadamente cada día solo lo que ya conoce. No. El consumidor de hoy es mas bien un seguidor, que se siente atraído por nuevos principios y valores que quizás podríamos resumirlos esencialmente en 3.

Lo primero es que el consumidor cada día prefiere más y más adquirir experiencias que pueda compartir a bienes hechos para ser gozados solo. Prefiere viajar, compartir una botella de vino entre amigos, disfrutar de una tarde de aventuras, de momentos que luego se convertirán en recuerdos. Lo segundo es que estas experiencias o productos que adquiera tienen que tener una historia detrás que reúna los atributos que cada día más va buscando para su vida, es decir que sean buenos para sus sentidos, sus emociones, su espíritu, su cuerpo, su entorno, su medio ambiente, su país, el planeta.

Que sea de preferencia artesanal, que esté libre de impurezas, que no contamine, que no abuse de nadie, que le haga bien a él y a todos. Y lo último es que el consumidor quiere variedad infinita. Ya no quiere consumir solo lo que conoce y rechazar lo desconocido, ni tampoco quiere productos genéricos sin personalidad ni alma.

Ahora quiere descubrir, explorar, enriquecer su vida con la diversidad que el mundo le ofrece y por ello valora más que nunca la originalidad, las diferencias, la coherencia y la autenticidad de las experiencias que incorpore a su vida.

La gran noticia de todo lo dicho es que si hay un país en el mundo que reúne todo aquello que el consumidor está hoy buscando ese es el Perú. Miles de experiencias y productos buenos para el cuerpo, el alma y el entorno con una fascinante historia detrás. Únicos, diferentes, auténticos y artesanales, listos para ser disfrutados por un mundo que hoy saborea, sueña e imagina al Perú como un país de fascinante biodiversidad, naturaleza, paisajes, historia, misticismo, diversidad cultural y porque no, creatividad.

Conscientes de aquel mundo que se venia, quienes somos parte de la cocina peruana, nos pusimos a trabajar hace unos años para convertirla en una marca internacional que contribuya a la imagen del Perú en el mundo y para que a través de ella ofrezca al consumidor mundial todo aquello que estaba buscando para sus viajes, sabores, experiencias, historias, recuerdos.

Aquello que parecía un sueño para nosotros, hoy parece ya una realidad. La cocina peruana es ya una marca internacional. Sin embargo, es solo el comienzo de un largo camino con muchas batallas por librar para las cuales hay que prepararse cada día más y hacer todo lo que este a nuestro alcance, para que niños como Nachito, gracias a nuestras acciones o decisiones puedan un día volar a lo más alto.

En los próximos días, se inaugurara la feria Expo Milan, la feria más importante del mundo jamás hecha desde los tiempos de la Expo París de 1889. El tema elegido no podía ser mas elocuente para lo que hoy comentamos: ‘Alimentando al planeta, energía para la vida’. Ese es el título. Durante 6 meses, más de veinte millones de personas, se reunirán en Expo Milan para visitar los pabellones de más de 140 países, todos los cuales mostrarán lo mejor de su diversidad, de su oferta alimentaria, histórica, culinaria y turística así como lo último en tecnología y conceptos encaminados al gran desafío de este siglo y que es el tema central de esta feria: Como proveer de alimentos sanos, seguros, dignos y sabrosos a una población cada vez más creciente sin presionar con ello al planeta.

Una feria en la cual esta involucrada mas del noventa por ciento de la población mundial y que celebrara durante seis meses y de muchas maneras, todos aquellos principios y valores que el Perú ha venido difundiendo al mundo a través de su cocina y que según me cuentan algunos organizadores del evento, desde un inicio fueron fuente permanente de inspiración.

Es así como Argentina estará presente con un hermoso pabellón titulado, Argentina feeds you. Brasil hará el suyo bajo el título, Feeding the world with solutions; Chile lleva el titulo: A diverse country; Colombia hace lo propio con el tema, Naturally sustainable; México y su gran pabellón titulado Food, diversity, heritage y Uruguay bajo el título Life grows in Uruguay.

Todos los países de América latina, representados con hermosos pabellones claramente inspirados en aquello que hiciera el Perú años atrás y que les serviría de guía para sus propios y legítimos objetivos: El poner en valor sus recursos alimentarios, su cultura, su diversidad al servicio de un planeta como nunca antes dispuesto a consumirlos y a hacerlos suyos. Solo que con un pequeño detalle. No todos los países de América latina tendrán su pabellón. El Perú no tendrá el suyo.

Hace bastante mas de un año, recibí diversas invitaciones de parte de los organizadores de la feria, para participar en varios eventos, cosa que acepte con responsabilidad y agradecimiento. Fue en aquel momento que se me comento de la sorpresa por la ausencia del Perú ante lo cual inmediatamente escribí a Promperu para saber los motivos de dicha decisión. La respuesta, en las cuatro distintas oportunidades que escribí fue clara y directa. Este tema ha sido de absoluta responsabilidad de la cancillería. Son ellos quienes deben responder al respecto.

Mas allá de lo acontecido y de los juzgamientos que se puedan hacer al respecto, el hecho es que hoy el Perú no tendrá un pabellón que como es obvio y por todo lo expuesto era uno de los más esperados por el resto de países y que sin ninguna duda estaba llamado a convertirse en una de las grandes atracciones de la feria, en un referente mundial y en la gran oportunidad que tenía el Perú para reafirmar su liderazgo en un territorio en el que ante los ojos de los demás, en los últimos años, había sido una permanente fuente de inspiración en todos los terrenos que la feria promoverá cada día.

Imagino el pabellón peruano con un gran cartel que diga afuera, Perú feeds your soul. Y lo imagino como el más hermoso de todos por fuera y por dentro. Lo imagino al interior como un viaje por las distintas regiones del Perú, por sus distintos ecosistemas, sus paisajes y parajes más hermosos. Un viaje por los productos que estos atesoran mostrados ademas por cientos de pequeños productores que viajarían durante todos estos meses para contarles en persona al visitante acerca de todas esas historias mágicas que encierran nuestros productos y que ellos quieren escuchar. Lo imagino también como un viaje a las tradiciones, las recetas, las cocinas regionales y a través de ellas a nuestra cultura, nuestro arte, nuestra música, nuestra danza, mostrada por un ejercito de cocineros, artistas, bailarines, cineastas, músicos, escritores que viajarían de forma permanente para alimentar a los visitantes cada día con nuestras mas profundas y hermosas historias. Y lo imagino también con eventos que van mas allá de su pabellón. Llevando a sus diseñadores más vanguardistas y a sus creadores y artistas más reconocidos en todos los territorios, Juan Diego flores, Claudia Llosa, Mario Testino, Santiago Roncagliolo, Virgilio Martínez y muchos más, para producir eventos en museos, teatros, restaurantes en donde se pueda complementar este mensaje de un Perú que en la feria muestra lo mejor de sus tesoros para el mundo, mientras fuera de ella muestra lo mejor de su vanguardia, diseño y creatividad contemporánea.

Ese era el sueño de un pabellón que deslumbrará al mundo, reafirmará el camino avanzado y abriera nuevos horizontes a las generaciones que venían detrás.

Dicho esto, si bien el pabellón peruano no será ya posible, lo que toca ahora es mirar hacia adelante sin perder más tiempo mirando hacia atrás. Recoger nuestros errores del camino e intentar todos juntos como podemos lograr tener una enorme y avasalladora presencia en la Expo Milan de manera que mitigue el hecho de no contar con un pabellón.

Estar presente de manera espectacular en cuanto evento se organice, realizar producciones y eventos mágicos en todas las áreas libres de la feria, organizar un hermosísimo mercado abierto en algún lugar del recinto en el que mostremos lo mejor de nuestras historias, experiencias y productos, salir de la feria y estar presente con nuestros mejores exponentes en exposiciones y eventos dirigidos a diferentes tipos de públicos, pero en todos los casos buscando que sean propuestas mágicas e inolvidables. Participar en todos los foros organizados y por organizarse con nuestros mejores y más talentosos especialistas en nutrición, salud, agricultura, medio ambiente, turismo, economía, arte, diseño, gastronomía.

Es decir hacer todo lo que haga falta para hacer notar la presencia del Perú con vigor y magia y dotar de todos los presupuestos necesarios a Promperu para lograr los objetivos de manera que aquello que hoy puede ser una señal muy negativa a un mercado mundial y a un mundo que nos esperaba expectante, ansioso y con los brazos abiertos, se convierta en una señal positiva para todos aquellos que esperaban la magia del Perú en esta feria. Con voluntad política y convicción de que es lo correcto aun estamos a tiempo.

Por Nachito y por todos los niños y jóvenes del Perú que hoy sueñan en volar muy alto, esperemos que así sea.


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