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Kevin Johansen: "No le tengo miedo a la muerte sino a la vida y al tiempo”

“Desde la canción me aproximo a diversos géneros. Siempre digo que hago música folclórica de norte a sur. (Mi nuevo disco) Miss Américas tiene una connotación folk y también hay cosas muy arraigadas del sur… Mi género es la canción”.

(Renzo Salazar)
(Renzo Salazar)
Mijail Palacios Yábar

Mijail Palacios Yábar

@mijailpy

Kevin Johansen nació en Alaska, pero vive y habla como argentino. Integró aquella banda ochentera Instrucción Cívica, que cantaba la ‘Chica tartamuda’, y hoy con The Nada interpreta la ‘Cumbiera intelectual’. Como él dice, es un degenerado musical. Este jueves 14 de julio, dará un concierto en el Gran Teatro Nacional y las entradas ya se agotaron. Viene a presentar su disco Miss Américas, con ustedes el míster Johansen.

Ya eres caserito de Lima.
Afortunadamente. Me invitan cada tanto.

Y vuelves con un disco nuevo.
Miss Américas Vol. ½ nace viajando por las américas. Fue producido por Matías Cella, gran productor amigo que también trabaja con Drexler y otros artistas, una suerte de productor indie latinoamericano del momento. Teníamos ganas de hacer un disco degenerado y, a la vez, profundo, de raíz, serio con cosas para decir.

El disco tiene una larga lista de invitados. ¿Por qué?
Se fue dando. En la canción “Life is killing me” (la vida me está matando) convocamos a varios de los Kanaku y El Tigre, y se fue dando la participación peruana. ‘El Macha’, de Chico Trujillo de Chile, canta el bolero “El jardín del desdén”. De Argentina, están rockeros como Ricardo Mollo de Divididos y Piti Álvarez de Intoxicados. Cachorro López produjo junto a Sebastián Schonn, su socio, tres temas. Palito Ortega y Marcos Mundstock, de Les Luthiers, participan en La Bach-Chata (Habladurías).

Es una selección latinoamericana. ¿Por eso el nombre?
Ese abanico de invitados ayuda a pintar el panorama de qué va el disco también estilísticamente. Sentir que América Latina es un poco el Miss Américas que yo conozco. No me fui al Titicaca a meditar y ver si me conectaba. Fui a ciudades que conozco y trabajé con personas con las que tenía ganas de trabajar, que admiro. En el proceso me di cuenta de que es una excusa excelente para conocer gente increíble.

Hay una explosión musical latinoamericana. ¿Qué está pasando?
Latinoamérica se ha convertido en un gran barrio, lo que los músicos soñamos de derribar fronteras y que no haga falta ni visa, ni pasaporte para viajar de un país a otro, es lo que hace la música. Hablamos un idioma prácticamente, excepto el portugués que es parecido y con el cual hay que trabajar para tender más puentes. Ya empezamos a celebrar las diferencias y aprovechar las similitudes.

¿Siempre será complicado responder a la pregunta de en qué género inscribes la música que haces?
(Risas) Desde la canción me aproximo a diversos géneros. Siempre digo que hago música folclórica de norte a sur. Miss Américas tiene una connotación folk y ‘gringa’, pero también hay cosas muy arraigadas del sur, muy folclóricas de Latinoamérica. Mi género es la canción.

Pero cuando has coqueteado con la cumbia te ha ido bien.
La cumbia es precolombina, tiene ese arraigo de Alaska a la Argentina. Muy indígena, luego se mezcla con el negro y se hace más interesante, y con el criollo y se forja una identidad muy americana. Tiene ese cuatro por cuatro bien tribal, nos representa.

¿Quién es la cumbiera intelectual?
Todas y ninguna, porque en realidad cuando vuelvo a Buenos Aires después de 10 años fuera, en el año 2000, noté que había mutado un poco. Empecé a ir a bailantas y había muchachas de filosofía, progres o muchachos bailando con gente más humilde que les enseñaban pasitos, y me dije: estas son las cumbieras intelectuales, acá hay algo social que está pasando, que la música está uniendo diferentes partes de la sociedad. Afortunadamente, la población de cumbieras intelectuales ha ido en aumento.

¿Te has sentido cumbiero intelectual?
Sí, en realidad yo creo que soy hijo de una cumbiera intelectual. Creo que la canción inconscientemente fue para mi madre, que era una mujer muy progresista y, a la vez, gustaba mucho del baile y apreciaba bastante las raíces folclóricas y la literatura.

¿Qué sensación te deja que se discrimine a la cumbia y al reggaetón?
Siempre ocurre con ritmos que, por un lado, tienen éxito. Por otro lado, es una tendencia humana cuestionar lo nuevo, que en realidad no es que los ritmos sean nuevos, sino que se van fusionando. En los noventa, en Nueva York, escuchaba mucho dancehall, bachata y salsa. Precisamente, el dancehall jamaiquino fue el precursor del reggaetón. Empezó a sonar El General y era muy rico, bailable, sensual. Los géneros (musicales) no tienen la culpa de que haya quienes los interpretan bien o mal, con más gusto o menos gusto, pero son fenómenos interesantísimos y hay que entenderlos, abrazarlos y tratar de aprender.

¿Te preocupa el éxito?
No. No le tengo miedo a la muerte, solo le tengo miedo a la vida y al tiempo. Sobre todo al tiempo, porque no alcanza.

Bueno, nos piden que cortemos la entrevista, que se nos acabó el tiempo.
Sí, pues (risas). Esperemos que nos sigan invitando.

Le vamos a robar unos segundos al tiempo para una última pregunta: ¿Usas las agendas de Liniers?
(Risas). Mi mujer usa las agendas de Liniers. Yo no uso agenda, pero lo uso a Liniers.

AUTOFICHA

  • “Nací en Alaska, de madre argentina y padre norteamericano. Tuve un breve paso por el rock local argentino con Instrucción Cívica (Obediencia Debida, 1985, disco de oro en Perú). En 1990, fui a ‘redescubrir’ la América del Norte de mi infancia. En el 2000, regresé a Buenos Aires”.

  • “En Alaska, mi mamá tenía las boleadoras y un bombo de gaucho, tomaba el Nesquik con bombilla de mate. Ella se casó con un mexicano y tuve una infancia muy progre, muy prolatino. Pasó del colegio de monjas a ser socialista, feminista. Tuve ese mix”.
  • “En el año 2000, fundé The Nada en Nueva York. Siempre fui como muy músico, muy cancionista. Si no fuera músico, habría sido intelectual, escritor; la arqueología me fascina, la arquitectura también. Pero, de igual modo, podría haber sido quiosquero de diarios y revistas”.

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