Condenaron a nueve años de prisión al ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, por corrupción y lavado de dinero en el marco del caso Lava Jato, que también involucra a las constructoras más grandes de ese país. Para el juez Sergio Moro, la constructora OAS le habría regalado y remodelado al ex presidente una vivienda en Sao Paulo por un valor cercano al millón 300 mil dólares a cambio de contratos para desarrollo de obras públicas.
Lula es quizás –aún– el político más popular de Brasil, lo que se debe, en buena medida, a que, durante su gobierno, unos 30 millones de brasileros dejaron de ser pobres y no falta quien afirma que esto último debería eximirlo de su responsabilidad penal. Aquí fue la lucha antiterrorista y la recuperación económica. En todas partes se cuecen habas.
¿De qué tamaño es la corrupción en América Latina? Lo único que sabemos con certeza es que, al menos en el Perú, alcanza a todos los gobiernos. No tenemos un solo presidente o ex presidente vivo intachable. No hay uno que no tenga una condena, acusaciones serias, investigaciones o procesos abiertos o delitos prescritos. Ni uno.
Al cierre de esta columna, pende una solicitud de la Fiscalía para dar prisión preventiva al ex presidente Ollanta Humala y a su esposa, Nadine Heredia.
Según diversos penalistas, incluyendo al Dr. César Nakazaki, dicho pedido no se sustenta y podría terminar favoreciendo a los procesados, dado que, en estas circunstancias, podrían alegar que existe persecución política en su contra. Y esto puede ser usado incluso por el prófugo ex presidente Alejandro Toledo. Se requiere estrategia y no mandar perros de presa que solo hacen que la justicia termine pariendo impunidad.
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