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Opinión

El discurso ante Naciones Unidas de Emma Watson ha desatado reacciones violentas.

Juan Claudio Lechín,Desde Nueva York
Analista político

El discurso ante Naciones Unidas de Emma Watson ha desatado reacciones violentas. Es que la inevitable hegemonía civilizatoria de la mujer no dejará de producir reacciones masculinas desesperadas. Es un hondo temor a perder identidad luego de miles de años de gloria. Es aceptar que la memoria del inconsciente, eso que nos indica cómo ser, ya es un desecho: el paternalismo señorial, el héroe y la pasión por la guerra, la epopeya, la ira como valor, el abolengo, la imposición, la camaradería con la muerte, a cambio de su exacto contrario: el vientre común, lo terrenal-material, la domesticación, el ahorro, la paz, la histeria por la vida y la naturaleza, la concesión, el cuerpo desnudo, la ternura.

En Mesopotamia hubo un milenario ciclo femenino donde la cabeza de dioses fue Ishtar (Astarté), diosa creadora y perfecta, equivalente a Dios Padre. Dios Padre da vida sin concurso de mujer, a Ishtar se la representa pisando dos leones; ambas simbologías muestran la derrota definitiva del otro género.

El proceso de transición es y será largo. No se sale de un ciclo de cinco mil años en cien. Las tradicionales disciplinas (masculinas) se extinguen: la Filosofía, la Teología, el monoteísmo. Las corrientes “vanguardistas”: el surrealismo, el absurdo, destruyen el pasado artístico. Lo masculino se degrada sin cesar: tipos mayores casándose colectivamente con niñas de ocho años en Yemen, la epidemia de asesinatos de mujeres en México, Bolivia y en los países islámicos. La monarquía, el sistema político viril por excelencia, se pudre resultando en fascismo, comunismo y este engendrito del socialismo del siglo XXI. En la medida que la mujer pase de ser ideología a ser poder real, divinidad y patrón de comportamiento, la reacción empeorará. Pero toda resistencia, además de ausente de talento e historicidad, es vana. Una era está terminando de morir y la otra está terminando de nacer.

Otrosí. Lo nuevo es Ban-Ki-moon elogiando a Evo Morales como paradigma de los indios: la raza como juicio absoluto, sin importar que destruya y falsifique. ¡Guau, quelle logique, secretaire general! Qué lejos estás de Dag Hammarskjold.
Ah y otrosí. El artículo de Hugo Palma (Expreso, 17-09-2014) cita al reciente Foro de San Pablo, donde los fascistas del siglo XXI declaran, por boca propia, que son un proyecto de poder absoluto. Cuba, la titiritera.


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