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Mariella Balbi: Sospecha, sospecha

El Perú se volvió el reino de la sospecha, algo nocivo para que la economía florezca un poquitín siquiera y para que la gobernabilidad exista, aunque en grado mínimo. El abogado Wilfredo Pedraza siempre tuvo algo de candor y buenas intenciones, pedir que las agendas de Nadine Heredia sean invalidadas como prueba es, realmente, un exceso que esperamos que el Poder Judicial detenga. Ya escuchamos a ex procuradores afirmar que las prístinas anotaciones diarias de Heredia no valen un mango. ¡Por favor!

Estas evidencian la procedencia del dinero ilícito, de cómo llegó y a través de quién: ‘baratas’, ‘barbudos’ y otros personajes. Son un libro abierto, involucran a miembros del Poder Judicial, periodistas, contactos varios. Si la justicia nos hace una jugada cantinflesca de que “no dicen que dicen cuando dicen”, perderá credibilidad. Nada conveniente en la situación lesiva que vive nuestro país.

Asimismo, la Contraloría tiene observaciones justas al contrato con Chinchero. Lástima, pero desde antes olía mal. La hermana del premier en la empresa que ganó la licitación. Si eso hubiera ocurrido con el “Sholo”, con García o con el comandante Humala, el rumbón de críticas hubiera remecido al gobierno. El esforzado ministro del Interior respalda a su premier, lógico, y comenta que le consta que Fernando Zavala se puso al costado cuando se habló del tema. El problema es que la gran mayoría no tiene esa impresión, sin cuestionar a los protagonistas.

Luego tenemos la comidita donde el representante de Kuntur Wasi aparece con la plana mayor de los pepekausas. La congresista de la foto declara que no se acuerda, el gerente de Kuntur es el más “transparente”: dice que fue a hacer relaciones públicas y el premier pide que no hagan olas. Pero una inocua foto de la procuradora Julia Príncipe con un abogado aprista provoca un desmadre de críticas.

La Fiscalía no se pronuncia sobre Chinchero porque anda liada en sus investigaciones. Todos estamos un poco en la inopia, no da información al país, pero debemos aceptarlo. Otra vez no repara en que la confianza en nuestras instituciones es cero, nula. Tal vez la opinión pública tiene razón: ¿Por qué habría que creerles? El fiscal de la Nación declara selectivamente y muchos dudan de la capacidad técnica de la institución para ver tanta cifra, corrida y contrato leguleyo.

La Contraloría audita papeles (contratos y documentos), por eso insiste tanto en participar antes de la firma, porque sus conclusiones se sustentan en hechos y sus observaciones no tienen que ver con el secretismo. Estamos ante una megacorrupción, hasta hace tres meses el gobierno de PPK aseguraba que destrabaría los megaproyectos. Pero solo tendremos bajo crecimiento. Ahora se duda de la participación de los miembros del gobierno, incluido el presidente. ¿En quién confía usted?


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