23.NOV Sábado, 2024
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Última actualización 08:39 pm
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Opinión

La testarudez y el manejo político equivocado de Ollanta Humala hicieron rodar la cabeza de Ana Jara. Me pregunto si todo el lamento y el respaldo que recibió la premier posteriormente no tiene grandes ingredientes teatrales. Las filtraciones a la prensa sobre los incansables trabajos de rastreo y seguimiento a políticos, empresarios y periodistas (en los que estoy incluida) salieron del corazón de la DINI. ¿A quién responde esta dirección? Al presidente de la República. Entonces, ¿qué tanto revuelo por la censura de Jara si quienes la subieron al cadalso fueron los propios? El Congreso solo ejecutó la acción. Ahora, pues, ¿qué camino tomará el gobierno? Si opta por la arrogancia y la confrontación, sabremos que no está dispuesto a concluir su mandato en concordancia con lo que el país necesita. Los peruanos entenderemos que quieren pervertir el mensaje y que no escucharán las voces que exigen un gabinete de consenso que acompañe un aterrizaje saludable para finalizar el quinquenio. Por más que le fastidie al jefe de Estado, debe prepararse para un Congreso sin mayorías y con una última directiva de la oposición. La censura ha sido un mecanismo de control, como funciona en cualquier nación democrática. A Ollanta no le conviene y al Perú menos una mayor polarización. Las cifras económicas comienzan a ser alarmantes. No estamos para juegos y, más bien, requerimos de un gobierno sensato, que no le ponga zancadillas a su próximo primer ministro, el número siete. ¡Casi dos cabezas de gabinete por año! ¡De locos! Cuatro años son suficientes para aprender que la cordura y la serenidad en el juego político, sobre todo si eres gobierno, son lo que debe prevalecer. Hasta ahora nos demostraron rabietas y pataletas. Ya es hora de encontrar la madurez política como para actuar en consecuencia. Ponerse el cuchillo entre los dientes logrará una mayor crispación con consecuencias funestas. El presidente Ollanta está en la obligación de mostrarse a la altura del cargo, al menos al final de su mandato. ¡Que Cristo resucitado lo ilumine!


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