26.NOV Martes, 2024
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Opinión

Se acaba de publicar una última encuesta firmada por DATUM en la que el ministro del Interior (¡a nadie le interesa ya la aprobación del presidente y su esposa!) sigue siendo, de lejos, la estrella política de la popularidad. Con 47% de aceptación, la prensa reseña que Urresti alcanzó su pico más alto en lo que va de su gestión luego de haber empezado el año liándose en twitter con el elenco de los políticos más relevantes de la oposición, así como con varios periodistas y pese a haber metido en la colada a esposas, ex esposas, parejas sentimentales y familiares de quien encontrara a su paso.

Pero, aunque ese es el hecho, la noticia es engañosa tal cual ha sido presentada por diversos medios, pues también es un hecho que el ministro apenas ha subido un punto con respecto al último mes de diciembre de 2014 en la misma medición, y en tanto la encuesta tiene un margen de error de +/- 2.8%, lo cierto es entonces que Urresti no ha subido nada.

Los que sí han subido –y ostensiblemente– han sido aquellos políticos tradicionales a los que Urresti ha atacado. El principal ganador fue, sorprendentemente, Alan García, de quien el encuestólogo Manuel Saavedra ha explicado que los resultados positivos de Urresti se deben a que ha enfrentado “ […] a uno de los personajes más odiados y todos los que lo critiquen tendrán aceptación”. Pues bien, “el más odiado” ha subido 4 puntos luego de los ataques del ministro, pasando de 20% a 24%, lo que de un mes a otro es un resultado nada despreciable. Y la desaprobación del ex presidente bajó en el mismo rango de 74% a 68%.

Otra que se ha visto beneficiada en el pugilato con Urresti ha sido Keiko Fujimori. La heredera del “chino” incrementó su aprobación en 3 puntos, avanzando del 40% al 43%. Y con ese mismo porcentaje la desaprobación de la señora Fujimori cayó de 52% a 49% entre diciembre y enero, mientras que la del ministro se incrementó 1%.

Un dato interesante para explicar el punto de más que puede exhibir el ministro dentro del margen de error de la encuesta de DATUM es que su aceptación se ha incrementado en todos los sectores, excepto en el C. Es decir, lo aprueban fuertemente los extremos representados en el A/B de los más ricos y el D de los más pobres, pero en el centro del espectro demoscópico, que es hoy el más pujante y numeroso, el ministro se ha estancado.

Finalmente, habría que resaltar el hecho de que el único político relevante que no ha entrado en el infighting con Urresti es el que ha tenido mayor incremento en su aprobación. PPK pasó en un mes de 33% a 38% pese que muchos le pronosticaron una caída luego de sus idas y venidas con relación a la ‘ley Pulpín’.

Si bien es cierto que Daniel Urresti representa a un amplio sector de la opinión pública que detesta a los políticos por diversas razones que aquí no viene a cuento analizar, no menos cierto es que los que más se han beneficiado con el choque sin precedentes con el ministro han sido a la larga los políticos, mientras que él parece haber llegado al límite de su aceptación.
La conclusión entonces es esta. El dicho es cierto: sobre todo en política, nadie sabe para quién trabaja.


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