El problema de llamarse Miguel

Miguel Facundo Chinguel fue en el gobierno de García el encargado de preparar los indultos que luego revisaba y otorgaba el presidente. Chinguel está en la cárcel y el fiscal pide 17 años de prisión, basado en que, de las 5,246 conmutaciones de pena durante el gobierno anterior, 3,007 lo fueron para narcotraficantes; además, hay indicios importantes de que muchos “compraron” ese beneficio presidencial, algo que hasta ahora la Fiscalía ha documentado ya en 23 casos.

¿Cómo puede quedar totalmente ajeno a las responsabilidades quien otorgó el beneficio? Yendo a lo mínimo, hay una gran responsabilidad política de García por no haberse dado cuenta de que las personas que nombró habían construido una mafia para sacar de las cárceles a narcotraficantes.

La situación se parece a la del caso Brujas de Cachiche, cuando el entrante vicepresidente, Omar Chehade, intentó favorecer a una de las partes en el desalojo de Andahuasi. Para ello, reunió a generales de la Policía que tenían que ver con el tema. También estaba allí, como operador de Omar, su hermano Miguel, quien ahora purga prisión por estos hechos. En cambio, el único que tenía poder para convocar a los policías sigue en el Congreso y presidió la Comisión de Constitución.

Volviendo a García, cabe preguntarse si lo de Chinguel afecta sus posibilidades para el 2016. Algo, sin duda, pero dos factores lo amenguan. Por un lado, García ya es visto, incluso por sus votantes, como un político hábil, pero poco escrupuloso. Así, esta es solo una raya más al tigre. Por otro, sus rivales distan mucho de estar libres de pecado. Los votos por Keiko son una herencia de Alberto, que purga prisión por múltiples delitos. Toledo carga con el fardo Ecoteva. Los nacionalistas, con los de López Meneses y Belaunde Lossio y, al paso que vamos, tendrán como candidato a Urresti, procesado por el asesinato de Bustíos. La izquierda no tiene opciones y quizás, como en Cajamarca, terminen alineados detrás del preso por corrupción Gregorio Santos.