Carlos Basombrío,Opina.21
En Lima la elección de Castañeda era casi segura desde el inicio de la campaña. La razón: el enorme rechazo a la fallida gestión de Villarán. Esta, en contraste, hacía brillar la administración previa, que, si bien tuvo algunas obras importantes, mantuvo intocados los problemas de la ciudad.
Había un bolsón importante de gente que no quería a ninguno de los dos y a la cual supo llegar Cornejo con un solvente discurso tecnocrático. Desplazó a Heresi, que, cuando su inicial crecimiento le dio alguna opción, optó por recurrir a la demagogia extrema al anunciar a las Fuerzas Armadas como solución a la inseguridad.
La gran derrotada fue la alcaldesa, que no comprendió que no había reelección posible con vientre alquilado y aliada con Toledo (¡Ecoteva!) y que, de haber respetado su palabra empeñada de no postular para concentrarse en hacer bien la reforma del transporte, pudo quizá dejar una mejor imagen.
A nivel nacional, sin duda, lo más importante es la abrumadora victoria de Gregorio Santos, que ratifica el rechazo de la región Cajamarca a la minería y con lo cual se clausura definitivamente la viabilidad de todos los enormes proyectos de inversión que hacían cola desde hace un lustro.
Malas noticias, también, las altas votaciones de Ríos en Áncash, de Aduviri en Puno, de Donayre y Oscorima en Ayacucho y de Martínez en Apurímac.
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