23.NOV Sábado, 2024
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Opinión

“Ollanta Humala debió decir que su esposa aceptaba las investigaciones y se sometía a la Fiscalía, porque no tenía nada que temer”.

El “pensamiento lateral” (del inglés lateral thinking) es un método de pensamiento que puede ser empleado como técnica para la resolución de problemas. La aplicación a la vida cotidiana permite encontrar diferentes, nuevas e ingeniosas respuestas. Por otro lado, la reacción natural a la intimidación es la defensa. Es algo instintivo. Si uno se siente amenazado o siente que alguien cercano se expone a un trance indefinido y riesgoso la respuesta es ponerse delante, brindarle protección y cerrar filas.

Por eso, cuando escuchamos al presidente defender –con gestos y palabras airadas– a su esposa confirmamos la lógica de la reacción instintiva y hasta varonil, pero primaria y poco reflexiva. “Se aprovechan porque ella no es funcionaria pública, ella no tiene inmunidad de nada…”, enfatiza el jefe de Estado. Luego agrega: “Hay una campaña inescrupulosa de algunos medios de comunicación que tendrán que explicar a intereses siniestros… tratando de convertir mentiras en verdades… tratando de presionar mediáticamente a instituciones como el Ministerio Público…”.

Que la señora Heredia y sus abogados decidan usar el hábeas corpus es legítimo desde el punto de vista jurídico, pero es un error desde el punto de vista político. Los políticos –tradicionales y no tradicionales– deben ser y parecer transparentes siempre. Y así como se criticó a García y a Toledo por usarlo, ahora ella, al plantearlo para sí, levanta todas las sospechas habidas y por haber. Esa acción judicial de salvataje, si surte efecto y paraliza la investigación fiscal, tiene un efecto político dañino para Nadine, para el presidente y para el gobierno.

Pero el presidente del Perú comete un error –aún peor– cuando proclama indignado que los depósitos y movimientos dinerarios de su esposa y familiares, que levantan suspicacias en la Fiscalía y en la opinión pública, son investigados solamente por presión de la oposición y la prensa. El presidente no es disruptivo y menos piensa lateralmente.

Ollanta Humala debió decir que su esposa aceptaba las investigaciones, se sometía a la Fiscalía, se avenía como cualquier ciudadano porque no tenía nada que temer. Lo que esperábamos era que el presidente se ponga del lado de la ley y no del lado de la impunidad. Ollanta Humala antes que esposo es, en este caso, presidente del Perú y no puede reaccionar con ese tono amenazador.
Esa actitud demuestra algo que sería fatal: ¡terror y pavor a la verdad!


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