23.NOV Sábado, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados

Beatriz Merino: "Hay una derecha radical que se cree dueña de este país" [Video]

Ex primera ministra advierte acerca de una derecha inconsciente y desconectada de la realidad.

Beatriz Merino fue la primera en desempeñar el cargo de premier en América Latina. (Luis Gonzales)
Beatriz Merino fue la primera en desempeñar el cargo de premier en América Latina. (Luis Gonzales)

Beatriz Merino fue la primera mujer en desempeñar el cargo de primera ministra en toda América Latina. También fue la primera defensora del Pueblo en el Perú. Ello le da la suficiente autoridad para hablar de política.

Aprovechando que acaba de formarse un nuevo frente de izquierda, empecemos por ahí. ¿Qué entiende usted por izquierda?
Más allá de ideologías, partidos y posiciones de grupo personales, mi impresión es que son personas que siempre han estado dedicadas a una parte de la actividad del Estado. Por ejemplo, a la educación, salud, derechos humanos, discriminación, derechos laborales… todos aspectos que en la marcha de un Estado son absolutamente importantes, y en una economía moderna también. La izquierda tendría que ser, para mí, un grupo de personas interesadas en la vida pública que entendiesen que la economía tiene sus leyes propias. Personas que van a dedicar una parte importante de su quehacer político a aquello que el mercado no resuelve –“las fallas del mercado”, pero no instalarse como adversarios de la modernidad.

Para muchos, ser de izquierda hoy en el Perú se resume, justamente, en oponerse al modelo económico…
¿Hay otro? Explíqueme cuál, porque hasta dónde yo sé, por ejemplo, la China comunista de hoy es una impulsora del mercado y cree profundamente que uno distribuye la riqueza que crea. El desarrollo de la economía y crecimiento de los países es el que con más rapidez ha sacado a la gente de la pobreza. ¿Qué sentido puede tener oponerse a un modelo de crecimiento? Uno puede mejorarlo, ¡qué duda cabe! Puede tener un sistema tributario más justo y promotor. Como todas las cosas del ser humano, es perfectible. Pero, que la creación de riqueza le corresponde al sector privado, creo que ya nadie lo discute.

Lo que la izquierda critica es que el modelo es primario exportador, volcado a industrias extractivas, que el Estado no distribuye la riqueza como debería y que ha dejado de ser parte importante en la economía, que beneficia a los grandes capitales y no al hombre de a pie…
Respecto del modelo extractivo, el Perú tiene por definición una vocación minera. Yo no conozco ningún país que se niegue a sí mismo el mejor uso de sus recursos. En el caso del Perú, hay recursos que pueden ser explotados en beneficio de una recaudación (a través del canon, sobre canon, impuestos, tributos) que pueda luego distribuirse de la mejor forma. Por eso, rechazar el modelo me parece ingenuo. Lo que sí puede hacer es impulsar otros sectores. Otros países lo han hecho. Ahora, si uno quisiera incidir en servicios, por ejemplo, de informática, habría que cuestionarse si las condiciones para ello están dadas en el Perú. Me parece que la industria y agricultura da mucho más empleo que las industrias extractivas, pero no veo por qué deban ser excluyentes. Eso se llama ordenamiento territorial: en el mismo territorio se pueden dar con la misma prosperidad y desarrollo en beneficio de los ciudadanos, las mismas actividades de manera paralela.

Otra crítica es que las industrias extractivas están en un choque frontal con el derecho de las comunidades y algunas veces, incluso, violan tratados como el de la OIT…
Yo también estaría en contra de una empresa que atenta contra los derechos de las comunidades. El problema de los conflictos sociales se inicia no con los problemas de asimetría entre las comunidades campesinas o nativas y las empresas extractivas que están aledañas. Se inicia con el abandono histórico del Estado con estas poblaciones vulnerables. Creo que se está haciendo una descripción un tanto escandalosa. Hay hoy en día un empresariado moderno, multinacional, muy controlado desde las bolsas, por la opinión pública, los medios de comunicación, que tienen prácticas corporativas de primer nivel. Creo que sí es importante denunciar y corregir a las empresas que están haciendo prácticas monopólicas, abusivas y contaminadoras. Sin embargo, generalizar al empresariado en esos aspectos, en mi opinión, es reducir las cosas a una discusión muy simple.

¿Hacia dónde debería ir la izquierda peruana? Mucha gente habla de la necesidad de modernizar la izquierda, pero otros no entendemos qué significa “modernizarla”.
La izquierda, y en general la política peruana, tendría que reconocer conceptos más modernos que “izquierda-derecha”. Pongamos un ejemplo con los sindicatos. Tendríamos que tener sindicatos fuertes que reconozcan también que hay una informalidad del 70% de la masa trabajadora del Perú que prácticamente no tiene ningún derecho. Deberían ser más representativos, entender que bajar los costos de transacción y acceso a la formalidad crea una masa laboral con trabajo más permanente, digno, mejor remunerado que el que tiene ahora la informalidad.

Entonces, transitar hacia la modernidad significaría para la izquierda ir aceptando parte de los conceptos económicos que serían “de derecha”. Pero esa es, también, la principal queja de los más radicales dentro de la izquierda, que dicen “lo que quiere la derecha peruana es una izquierda a su medida”…
Los extremos se están reduciendo cada vez más. Creo que la tarea de la izquierda es defender los intereses de aquellos que no tienen voz para así darles voz. Yo creo que sí va a haber una modernización de la izquierda peruana, más aún con estas últimas manifestaciones públicas de gente joven.

En una encuesta nacional ideológica –urbano/rural- que hicimos el año pasado con Datum, el sector de peruanos a favor de la izquierda progresista era el 3%, pero los que estaban a favor de una izquierda radical eran el 31%…
Eso no me sorprende. Cada cinco años, más que un voto electoral, hay un voto de protesta. ¿Cómo se sentiría usted si su bisabuelo, su abuelo, su padre, hubiera sido pobre, usted lo fuera y todo indica que sus hijos también lo serán? ¿Cuánto tiempo aguanta una persona debajo del agua con una mano encima? Esa persona dice: el más radical es quien con más violencia defiende mis intereses. Yo creo que esa ha sido la miopía de no darse cuenta que este proceso tenía que ser uno rápido y eficiente para sacar a la gente de la pobreza lo más pronto posible. Porque de lo contrario, yo haría lo mismo, créame. Esos violentistas lo único que van a hacer es hundir más a la gente en su pobreza y perennizar sus necesidades. Eso a mí me duele profundamente. Espero que las próximas elecciones nos brinden la oportunidad de algo más moderno que estas guerras encarnizadas por el poder de personas que, a veces siento, no tienen ni la menor idea de qué hacer si ganan.

¿Y qué entiende usted por “derecha”?
Hay de todo. Desde el fascismo más absoluto que a mí me aterra y el rechazo a la condición esencial de la democracia, que es que todos somos iguales y todos tenemos los mismos derechos. Observo un grupo radical que cree que es dueño de este país y por lo tanto, el país debe diseñarse a su beneficio.

Una derecha conservadora…
No. Yo estoy hablando de una derecha radical absolutamente inconsciente, desconectada de la realidad del país, que cree que las comunidades campesinas y nativas son una escenografía, y no se dan cuenta que son culturas vivas. Hay una derecha conservadora que cree en un Estado pequeño. Pero yo digo, ¿un estado pequeño cuando el que tenemos ni siquiera cubre todo el territorio nacional? O sea, no estamos hablando de número, sino de eficiencia, de la capacidad que tenga el Estado de servir a sus ciudadanos. Necesitamos un Estado que se acerque al ciudadano y que lleve los organismos de justicia, sus servicios a ese territorio.

Para la derecha pareciera ser que todo se resume a mantener el modelo. Sin embargo, para muchos este modelo, sin instituciones de calidad, permite el mercantilismo puro y duro. ¿Está de acuerdo con eso?
A veces siento que en la derecha está muy presente la eliminación del enemigo. Es decir, considerar que detrás de una protesta, siempre existe un adversario y no una necesidad. Que para hacerse escuchar y llegar a la primera plana de los periódicos, la protesta tiene que traer consigo un hecho violento. Para mí eso es lo más triste de esta dinámica. Tenemos que encontrar una derecha moderna que entienda que el tema de las comunidades no es un tema del adversario, sino de personas que son su responsabilidad porque nadie es pobre por elección.

Desde esas dos visiones, ¿cómo se definiría usted?
¿Yo? (risas). A mí no me definen otras personas. Soy una persona que siempre se proclamó liberal, pero que a la vez, dedicó cinco años de su vida a la tarea más social que tiene el Estado, que es la Defensoría del Pueblo. No es un tema de territorios. Hoy día por ejemplo estoy en la actividad gremial del sector privado. Yo traté de demostrar que quienes estamos interesados en una economía moderna que provea inversión y empleo sostenido, también estamos interesados en la educación, en los discapacitados, en los derechos humanos y en los pueblos indígenas.

No es un tema solo de libertades económicas, sino de libertades políticas y sociales…
Exactamente. Yo quisiera ver en mi país una opción en el curso de las próximas elecciones mucho más moderna en todo sentido.

Profundicemos en eso; ¿qué le gustaría ver en el próximo debate electoral?
Habría que empezar por transformar el sistema político y no tener partidos descartables. Leí hace unos días en Perú21 que se han comprado más de 100 kits electorales desde enero, creo. No hay un sentido de continuidad. Por otro lado, la seguridad del ciudadano es un elemento esencial. Un territorio que no le brinde a la inversión o a los ciudadanos la seguridad que necesita es uno donde se instala la delincuencia, las mafias, y la inversión está muy atenta a esas situaciones. En el ámbito económico, la informalidad. No podemos estar orgullosos cuando el 70% de la PEA trabaja en la informalidad o sin derechos. No se condice con la modernidad. Creo que en ese camino tenemos que reconocer todos, izquierda y derecha, que los enemigos del Estado son el narcotráfico, los ilegales. A mí me gustaría ver también debates sobre la ciudadanía plena, la educación, la seguridad.

Viendo la geografía electoral a la fecha, primero está Keiko Fujimori, luego PPK, Alan está tercero y cuarto Toledo. ¿Tiene esperanza de ver un debate de ideas o cree que se caracterizará por agredir al candidato opositor?
Ambos. Empezaré por lo segunda. Todas las luchas electorales en el mundo son encarnizadas y sucias. Así son, y no podemos esperar que ésta no lo sea. Sin embargo, por lo que he podido observar en las últimas expresiones públicas, no de organizaciones políticas sino sociales, los periodistas no le van a permitir a los políticos salirse con la suya en los debates sin decir qué es lo que están proponiendo. No les permitirán la retórica, la mentira, el engaño. Tengo fe que en estas próximas elecciones, llevarán esa bandera por encargo del ciudadano.

¿Hay algún candidato que le brinde expectativas positivas, que le agrade electoralmente hablando?
Hay candidatos que me intranquilizan más que otros. Voy a esperar a ver cómo se van desarrollando las cosas. Creo que necesitamos recuperar la aceleración en el desarrollo económico, simplificar las cosas, objetivos de mediano y largo plazo, que los indicadores de los economistas no solo se relacionen con la política monetaria o tributaria, sino que miren indicadores sociales, de la niñez. Creo que el voto, por lo menos en Lima –ojalá también en las provincias-, se está volviendo más inteligente de lo que nadie observa. Mire el ejemplo de la revocatoria. Con una precisión quirúrgica el pueblo de Lima le dijo a sus gobernantes municipales exactamente lo que quería. Esa precisión creo que no se había visto antes. Creo que la gente le está prestando más atención al contenido, y menos al escenario.

Una de las grandes críticas que se le hizo a Keiko Fujimori el 2011 es que no había podido deslindar adecuadamente del pasado fujimorista. En estos cuatro años, ¿han avanzado o se han estancado en la propuesta del 2011?
Keiko Fujimori casi fue presidenta del Perú. Me parece que esos temas son parte del pasado. Yo creo que la gente se va a enfocar en su propuesta, pero a la vez, querrá ver una posición clara en el tema del deslinde con el pasado. Esa es su tarea pendiente.

Entonces, está pendiente todavía esa tarea…
Bueno, ha tratado. Si mira los candidatos que eligió para determinadas circunscripciones en estas últimas elecciones municipales, uno podría entender cuál es la gente que convocará si gana las elecciones. El segundo tema es el de la revancha. La gente verá si esto se trata de llegar al poder para vengarse de quienes les hicieron pasar persecuciones.

Al menos un grupo de congresistas fujimoristas da la impresión que busca retornar a los 90. Uno escucha a Marta Chávez, por ejemplo, y eso es lo que siente…
No voy a nombrar a nadie. Keiko tendrá que demostrar que esa venganza no va con ella. Otro tema es cómo reaccionarán sus adversarios tradicionales, señaladamente, los defensores de derechos humanos por los cargos del pasado. El tema de su padre lo tengo muy claro y debe analizarse en tres niveles: el personal, político y jurídico. Empiezo por el último: una corte impecable y un fallo impecable. La justicia dio su palabra y a todos los ciudadanos, en una democracia, nos toca aceptar esa posición. En el nivel político, está el indulto. Si se vuelve a presentar, Keiko u otros candidatos tendrán el indulto a Fujimori en sus manos y deberán decidir al respecto. En un nivel personal, sin embargo, respeto profundamente a Keiko y su relación con su padre. Sé que la relación entre un hijo/a y su padre a quien quiere es entrañable y no debe ser jamás confundida con las relaciones políticas o judiciales. Siempre he dicho que el único derecho que ha perdido el Presidente Fujimori en su encierro es el de la libertad. Ningún otro derecho más, como todos los internos en este país.

Pedro Pablo Kuczynski está segundo en la intención de voto. Muchos le critican su cercanía al poder económico, a los grupos empresariales. ¿Cómo lo ve usted?
Yo conozco a Pedro Pablo y tuve la oportunidad de trabajar con él cuando estaba al frente de la SUNAT y él era Ministro de Economía. Yo no veo por qué se le puede criticar a una persona estar instalado en uno u otro sector. El tema es cómo se ha comportado en ese terreno. ¿Ha sido una persona transparente? ¿Ha pagado sus impuestos? ¿Ha rendido cuentas del dinero que manejó? ¿Fue un buen funcionario o no? ¿Sirvió bien a su país? Así debe evaluarse a una persona. Creo que Pedro Pablo tiene una mirada muy clara sobre a dónde debe dirigirse el Perú, pero también cuánto cuesta llevar al Perú a dónde debe estar. Su posición es que tenemos que crecer y recaudar más para hacer todo lo que se necesita. Tiene un claro sentido de realidad de la política y la marcha del Estado.

En tercer lugar está Alan García, quien ya ha sido dos veces presidente. Muchos lo recuerdan por su primer gobierno. Otros consideran que el segundo “limpió” el primero. Lo que algunos discuten es si el Perú debe darle una tercera oportunidad. ¿Usted qué opina?
Esa es una decisión que sólo los electores podrán decidir. Más difícil fue darle una segunda oportunidad porque su primer gobierno fue una calamidad en todos los sentidos. Él es el culpable de que haya abandonado mi cómoda carrera en el sector privado de entonces y haya ingresado a la vida pública, porque de verdad, toda mi generación se fue del Perú. Creo que negarnos a aceptar que los seres humanos nos corregimos, aprendemos y evolucionamos es negar la condición humana. Cómo sería un tercer gobierno de García es algo que le va a tocar a él decirnos y a ustedes, preguntar.

No quiero dejar de preguntarle por el ingreso del narcotráfico a la política. En las últimas campañas regionales y locales se notó la presencia de bandas de crimen organizado mezcladas entre los candidatos. Y en estos últimos meses, lo que uno siente es que el Perú está yendo por un camino muy rápido hacia ese entorno criminal, a un narcoestado. Quizás estoy exagerando, pero ¿qué tanto le preocupa? Y, ¿qué se podría hacer para frenar o revertir esta situación?
No está exagerando. El narcotráfico es el problema número uno del Perú. Yo estoy muy preocupada por la fragilidad de las instituciones peruanas y del sistema político peruano que permite que ingresen como “Pedro por su casa” narcotraficantes o candidatos subsidiados por narcotraficantes a partidos establecidos por mucho tiempo. Yo exhorto a los partidos, las ONGs y los periodistas a tener un ojo crítico con eso. Tratar de investigar lo más que se pueda. Solo son 130 nombres por partido que tienen que investigar a profundidad y a cabalidad y asegurarnos a los peruanos que en esos 130 nombres no haya UN narcotraficante. Lo peor que nos podría pasar es que los partidos los reciban precisamente porque están financiados por el narcotráfico y traen, por lo tanto, dinero ilícito pero dinero al fin. Eso es para mí, lo más grave. Que estén dispuestos, por el costo de campañas, en su desesperación por obtener el poder, a abrirles las puertas a algo que después los va a destruir a ellos mismos y a todos nosotros. Yo estoy muy alarmada y muy preocupada. Eso sí es un tema en el que tenemos que cerrar filas todos, izquierdas, derechas, centros y quien sea.

AUTOFICHA

  • Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde obtuvo la beca Mariano Ignacio Prado para asistir a la London School of Economics. Luego realizó una maestría en Derecho en la Universidad de Harvard.

  • Fue elegida senadora de la República para el periodo 1990-1995. Sin embargo, su mandato fue interrumpido por el cierre del Parlamento en 1992.
  • Fue superintendenta nacional de la Superintendencia Nacional de la Administración Tributaria (Sunat).

Por: Juan José Garrido (director@peru21.com)


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.