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Consejos regionales: El otro ring de boxeo

Los gobernadores regionales podrían estar, en cualquier momento, en serios apuros.

Por fuera flores. La mayoría de gobernadores no cuenta con respaldo político de sus consejos.
Por fuera flores. La mayoría de gobernadores no cuenta con respaldo político de sus consejos.

La censura al entonces ministro de Educación, Jaime Saavedra, muestra la complejidad de la relación entre Ejecutivo y Congreso cuando la fuerza mayoritaria de este último no pertenece al partido de gobierno. El hecho de que la oposición tenga mayoría en el hemiciclo genera la posibilidad de un escenario de desgobierno.

Este potencial escenario de ingobernabilidad no solo ocurre en el Gobierno Nacional: más de la mitad de los actuales gobernadores regionales (56%) no cuentan con respaldo político en sus respectivos consejos. Solo en 11 de las 25 regiones (44%), el gobernador regional comparte organización con la mitad más uno de los miembros de su respectivo consejo.

Entre los conglomerados geográficos, el sur solo tiene una región donde el gobernador tiene la mitad más uno de los miembros de su respectivo consejo (Moquegua). En los otros departamentos, los gobernadores alcanzan, a lo mucho, la primera minoría. La zona sur del país es la que presenta menor congruencia entre gobernadores y consejos regionales, dada su tendencia a la fragmentación.

Si bien en el centro y el norte del país no se tiene el mismo nivel de complejidad, la composición de los consejos en varios de sus departamentos tampoco favorece la gobernabilidad, ya que los gobernadores no cuentan con mayoría absoluta.

¿Por qué en los gobiernos regionales, a diferencia de lo que ocurre en los municipios, los gobernadores no obtienen automáticamente la mayoría absoluta en sus consejos? La respuesta está en la Ley de Elecciones Regionales (Ley 27683). Según esta, cada provincia de la región constituye un distrito electoral. Por lo tanto, hay —necesariamente— por lo menos un miembro de cada provincia en el consejo. En cada una, entra al consejo el candidato que mayor votación obtuvo. En las municipalidades, en cambio, el alcalde es elegido obligatoriamente con la mitad más uno de su concejo.

Por ello, hay una ruptura entre la votación para consejo y para gobernador. Los electores pueden votar de forma cruzada, y marcar una lista para el gobierno regional y otra para su representante provincial en el consejo.

Las consecuencias de este diseño son importantes. La primera, ya mencionada, es que muchos gobernadores no tienen mayoría absoluta en sus respectivos consejos regionales. Al no reunir esta condición, se puede generar un contexto en que el gobernador no pueda llevar a cabo sus iniciativas de gobierno, y esta situación llevar luego a conflictos, como lo hemos observado en el ámbito nacional.

La segunda consecuencia es que no se incentiva la lealtad entre el gobernador y sus consejeros. Estos últimos solo requieren obtener la mayor cantidad de votos en su provincia; para lograrlo no necesitan que su agrupación tenga un buen desempeño electoral en la región.

El diseño de la Ley 27683, además de restar gobernabilidad, puede fomentar que las alianzas entre candidatos a la gobernación y al Consejo Regional sean cortoplacistas: el éxito electoral de quienes buscan entrar a los consejos solo depende de la relación que tengan con los votantes de sus respectivas provincias.



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