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“La Moradita de Inca Kola no reemplaza a la chicha morada ni de cerca”

Hicimos una cata profesional de la nueva gaseosa con la sommelier Caterina Capurro. En esta crónica, los resultados de nuestra experiencia.

Caterina Capurro probó la nueva bebida de Inca Kola. (Perú21)

Antes de empezar nuestra severa cata profesional de La Moradita –la nueva gaseosa de Inca Kola– le preguntamos a la sommelier Caterina Capurro, ex directora del Instituto del Vino y del Pisco de la Universidad San Martín, si a ella le gustaban las gaseosas.

“En términos generales, no, porque tienen mucha azúcar. Pero esto no es una cuestión de gustos: una cata profesional se puede hacer de todo producto, no solo de vinos, cafés, piscos o quesos. Todo, absolutamente todo, puede ser catado, evaluado”, nos dice Capurro .

Y con estos sólidos argumentos teóricos y provistos de tres ‘moraditas’ de medio litro –y envase de plástico– fuimos al restaurante Maras del hotel Westin, en San Isidro, donde nos acogieron Rafael Piqueras, su cocinero; y Ángelo Cortez, su sommelier.

Seleccionadas las copas y enfriadas las ‘moraditas’ a 12 grados –aunque dejamos una a temperatura ambiente que, realizadas las pruebas, descartamos–, procedimos a la cata. La evaluación sensorial de todo producto tiene tres momentos: la apreciación en vista, en nariz y, finalmente, en boca.




Ángelo Cortez, sommelier del restaurante Maras del hotel Westin, somete a las ‘moraditas’ de Inca Kola a una evaluación sensorial. (Fotos: César Fajardo)

EN VISTA
En el caso de bebidas gasificadas es importante verificar el tamaño, consistencia y permanencia de sus burbujas. Eso se aprecia al momento de abrir y servir la gaseosa. Como bien señala Capurro, la presencia de burbujas fue leve, “no espumó como una cerveza” o una Coca Cola; es decir, amantes de las gaseosas chispeantes, La Moradita no es para ustedes.

“La gaseosa debería ser brillante. En general, ningún líquido debería presentarse turbio, porque esto denota que está fresco y es bebible. En cuanto al color, es morado, oscuro en el centro y bastante claro alrededor. Además, es ‘acuoso’: se puede ver a través de él, sin embargo La Moradita es más oscura que una chicha morada casera”. En vista, valgan verdades, La Moradita no quedó mal.


Nuestra sommelier Caterina Capurro, ex directora del Instituto del Vino y del Pisco de la Universidad San Martín, evalúa a la ‘moradita’. (Foto: César Fajardo)

EN NARIZ
Para la evaluación sensorial de un producto, la ‘nariz’ muchas veces es determinante: lo probado debe oler bien o, mejor dicho, no ser atípico, presentar siempre las características que del producto se espera. Las sorpresas son bienvenidas, pero no lo desagradable.

La Moradita es una versión gasificada de nuestra clásica chicha morada. Lo que hay que buscar en ella son los descriptores típicos de la bebida tradicional hecha a partir del maíz morado. Nuestra sommelier empezó por allí:

“En una chicha morada uno espera piña, manzana, quizás un toque de limón, pero en el caso de La Moradita no siento mucha presencia de fruta”, indicó la sommelier.

Pecado. Si una gaseosa que ‘imita’ una bebida ‘afrutada’ no presenta fruta, no está bien lograda. Más que cualquier fruta, en La Moradita resaltaba el azúcar, característica que se iba a hacer evidente en ‘boca’.


Nuestra sommelier Caterina Capurro, ex directora del Instituto del Vino y del Pisco de la Universidad San Martín, evalúa a la ‘moradita’. (Foto: César Fajardo)

EN BOCA
“La sensación burbujeante es refrescante. El dulzor está muy presente, y para algunas personas, esto puede resultar empalagoso. Sí hay que destacar que tiene una acidez final que resulta refrescante”, afirma nuestra sommelier.

Caterina Capurro emitió luego su juicio final: “Como homenaje, me parece interesante, pero La Moradita no reemplaza, ni de cerca, a una chicha morada natural. La chicha hecha en casa es bastante superior”.


Nuestra sommelier Caterina Capurro, ex directora del Instituto del Vino y del Pisco de la Universidad San Martín, evalúa a la ‘moradita’. (Foto: César Fajardo)

Es verdad. La gente de Inca Kola puede haber tenido –además de intereses económicos y comerciales naturales– buenas intenciones al lanzar La Moradita, pero el producto final resultó fatal. Para nosotros, esta gaseosa es una muy mala versión gasificada de una pésima chicha morada de sobre. O la mejoran o la van a tener que sacar del mercado.

Por Gonzalo Pajares (gpajares@peru21.com)


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