Siempre despiertan interés las exposiciones que Fernando de Szyszlo hace en Lima, como la que se puede ver en el MAC. Sin embargo, me causa extrañeza escuchar esa etiqueta del artista peruano más importante. Un razonamiento como este denota una mirada superficial al devenir de las artes visuales del país.
Mucho antes del estrellato de Szyszlo, un notable Jorge Eduardo Eielson buscaba la experimentación con Nudos y Quipus. Además, inscribió su nombre como uno de los iniciadores del no-objetualismo.
Francesco Mariotti es otro artista relevante que en 1968 exponía su Cubo luminoso en la Documenta de Kassel. Luego de eso, formó parte de vitales experiencias como E.P.S. Huayco y la Contacta. Por otro lado, en la obra de Jesús Ruiz-Durand se fusionó el arte pop y el óptico. Su “pop achorado” determinó las vanguardias y el afichismo peruano.
Sin desmerecer la importancia de Szyszlo como pintor moderno, vale la pena mirar más allá de lo que determina, o invisibiliza, el mercado del arte.
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