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Opinión

“Detesto los movimientos políticos basados en el culto a la personalidad, pero en conciencia tengo que decir que el trato a Alberto Fujimori me parece inequitativo, injusto, e incluso cruel. Me pronuncio a favor de que se le indulte”.

Mi deseo para los lectores de esta columna de una feliz Navidad y un próspero 2017. Ojalá en este nuevo año el Perú consiga avanzar frente a la inseguridad y la corrupción, que son los dos problemas más perentorios. Como he venido manteniendo en esta columna, para lograrlo es imprescindible llegar a un pacto de gobernabilidad entre el gobierno y el fujimorismo. La reunión del presidente con Keiko, el lunes pasado, fue un primer paso positivo. Esperemos que le sigan otros pronto.

El 2017 estará dominado por la información por entregas del Brasil sobre los actos de corrupción en las operaciones en el Perú de Odebrecht y varias otras. Esto no ha hecho más que empezar; lo que viene por delante va a ser un auténtico terremoto institucional y político que podría prolongarse varios años, lo cual hace todavía más apremiante el pacto de gobernabilidad.

Se trata de actos de corrupción posteriores a 2000 y que, por lo tanto, echan por tierra esa teoría-comodín de endilgar a Alberto Fujimori el monopolio de la corrupción y la perversión de las instituciones. Han pasado ya dieciséis años desde que Fujimori dejó el poder y la corrupción campa a sus anchas. Han transcurrido cuatro gobiernos y de regeneración institucional nada de nada. Y para muestra un botón. El Foro Económico Mundial ubica al Perú en el décimo país empezando por la cola, entre 140, en cuanto a la posibilidad de comprar una sentencia judicial. Sin una reforma a fondo de la administración de justicia, nada va a funcionar.

Sobre corrupción no disponíamos de datos, pero ahora empezamos a tenerlos gracias a las declaraciones de los gerentes de las constructoras brasileñas que están colaborando con la justicia. El dato terrible lo dio la semana pasada Juan José Garrido en su columna: en dos proyectos de infraestructura del Perú, puestos en marcha entre 2005 y 2009, y cuyo costo ascendió a US$143 millones, se pagaron US$21.4 millones en coimas, o sea, 20% del costo de proyecto. ¡Cielo santo, coimas al 20%! Solo en dos proyectos que no son de los más grandes… ¿Cuánto será en los miles de proyectos? Cientos o miles de millones de dólares.

Entre 1990 y 1996 se logró la estabilización de la economía, la reinserción del Perú en el sistema financiero internacional y la derrota del terrorismo. Grandes logros históricos que ningún otro ex presidente puede mostrar. Y a pesar de eso, en el reino de la impunidad y desmontado el mito del monopolio de la corrupción, el único que paga con cárcel, ya una década, es Alberto Fujimori. Detesto los movimientos políticos basados en el culto a la personalidad, pero en conciencia tengo que decir que el trato a Alberto Fujimori me parece inequitativo, injusto e incluso cruel. Me pronuncio a favor de que se le indulte.


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