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Alonso Cueto: “Un escritor se debe tomar en broma a sí mismo”

La publicación de su más reciente novela, Cuerpos secretos, nos sirvió de pretexto para conversar con el escritor.

(Jaime Cabrera Junco)
(Jaime Cabrera Junco)

Jaime Cabrera Junco
@edgarcajun en Twitter

No conocía personalmente a Alonso Cueto. Siempre había oído hablar de él, siempre sigo sus columnas dominicales de La República –como antes El Dominical, de El Comercio, que dirigió–, y siempre tenía la intención de entrevistarlo para este blog. La oportunidad surgió ahora que acaba de publicar su novela Cuerpos secretos (Planeta, 2012), que es una historia de amor de dos personajes de clases sociales distintas en una ciudad –Lima– que aunque menos desprejuiciada que hace unas décadas todavía no ve posible que un joven profesor de Los Olivos se involucre con una ‘pituca’ de Asia. Pero antes de hablar de la novela conversamos con el autor sobre sus inicios en literatura.

Quisiera empezar por recordar la figura de su padre, Carlos Cueto Fernandini. Él fue filósofo, educador y llegó a ser ministro de Educación y director de la Biblioteca Nacional. Usted una vez dijo que la imagen que guardaba de él era cuando lo veía escribir en su biblioteca. ¿Fue él quien le despertó el interés por la lectura?
Mi padre siempre nos habló de escritores y de libros en relación con la vida, con la vida de todos nosotros, con las experiencias cotidianas, privadas. Nos enseñó a pensar que, incluso en las obras literarias más fantásticas, tienen que ver algo con lo que somos, con la manera en cómo vivimos. Así que es lo que más le agradezco a mi padre, también el hecho de que tuve una biblioteca a mi disposición en la casa y que él estaba allí cuando le preguntaba algo. Pero, bueno, él murió cuando yo era muy joven, pero también tuve muy cerca a mi madre. Nunca tuve los problemas del joven que es perseguido o acosado por dedicarse a la literatura, pues mis padres me estimularon mucho mi vocación y en ese sentido viví una infancia muy feliz. Creo que la muerte de mi padre fue lo más importante que me pasó, pues luego de que él no estaba aquí leí la poesía de Vallejo y descubrí el valor del lenguaje literario para expresar las emociones más profundas y personales. Esto definió mi vocación de escritor.

Cuando era niño usted, según cuenta, sufría de alergias y continuas gripes y que esto lo llevaba a la cama y allí leía.
Tuve la suerte de tener una niñez enfermiza lo que me dio una enorme cantidad de tiempo para leer. Me acuerdo haber acabado en una noche la novela Miguel Strogoff, de Julio Verne, y haber sentido una gran satisfacción de haberlo hecho y quería ver cómo había empezado esa lectura y la leí por segunda vez. Tenía una voracidad por leer, ahora sería impensable que pueda quedarme toda una noche leyendo.

¿Cuáles fueron esas primeras lecturas?
Julio Verne, Emilio Salgari, Enid Blyton, que era una escritora inglesa que tenía a un grupo de cinco muchachos detectives. También a Rider Haggard, Edgar Rice Burroughs. Y con mi padre leíamos La Iliada. Bueno, creo que me convertí en escritor como una manera de seguir leyendo.

La entrevista completa y el video en el blog Lee por Gusto.


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