Hace unos diez años, en pleno auge de la llamada blogósfera literaria en el Perú, Leonardo Aguirre (Lima, 1975) abrió su propia bitácora virtual, un vertedero en el que, imitando el proceder de algunos blogs basura, se dedicaba a explotar los chismes y miserias de los escritores nacionales. Por ese entonces también inauguró su carrera literaria con un libro de cuentos, Manual para cazar plumíferos (2005), en el que algunos hallaron ciertas virtudes que para mí han resultado invisibles. A este volumen le siguieron otros que pasaron perfectamente desapercibidos. Luego de esta serie de reveses artísticos, dejamos de saber de él por una larga temporada. Se rumoreaba que estaba trabajando en un nuevo proyecto que sería tan monumental como polémico.
Es así como, luego de un pequeño escándalo en las redes sociales, aparece Asociación ilícita, libro que se ha publicitado como una reunión de perfiles acerca del lado oscuro de personajes del mundo literario. Aguirre demoró cinco años en escribirlo, y desde ya podemos decir que ha sido una total pérdida de tiempo; ha podido dedicar esos irreversibles años de juventud a actividades bastante más provechosas. Es un libro monumental, en efecto. Se aprecia en él un gran acopio de información. Y a la vez resulta, por donde se le mire, absolutamente inútil.
Para empezar, no se sabe muy bien lo que Aguirre ha querido hacer. No hay ningún prólogo o nota que explique la premisa de su proyecto, por lo que este termina siendo un cajón de sastre en el que entran escritores que alguna vez en su vida delinquieron, otros que cometieron un acto reprobable que manchó su biografía, hasta autores que no tienen ningún motivo discernible para estar ahí, como Luis Hernández o Blanca Varela. El desorden y la falta de objetivos claros hieren el concepto de Asociación ilícita de principio a fin.
De los perfiles en sí tampoco se puede rescatar nada. Esto sucede porque Aguirre no tiene idea de cómo hacer uno. Fracasa por su evidente desconocimiento de la materia que trata, por el renqueante camión de desechos de su prosa y por su incapacidad para estructurar las citas y datos de una manera más o menos legible. A pesar de que se nos ha vendido como un libro divertido y rabioso, cuesta mucho leerlo debido a la confusión vertiginosa de datos fútiles, refritos y pies de página en su mayoría innecesarios. No hay un solo aporte de Aguirre en todo el libro, aparte de un ejercicio de copy paste bastante primarioso. La información que se despliega, además de insultantemente superficial, puede también ser errada. Un ejemplo de muchos: se afirma que la entrevista de Hildebrandt a Scorza apareció en la primera edición del libro Cambio de palabras (1981), cuando solo basta cotejarla para advertir que ello es falso.
Pero lo que más irrita de Asociación ilícita es el amplio dispendio de energías que su autor ha destinado a una empresa tan intrascendente e inservible. Tramar todo un capítulo acompañado de decenas de pies de página para documentar el rumor sobre un poeta despedido del periódico en que trabajaba por inscribir pintas obscenas en un baño resume muy bien la menesterosa visión que Aguirre posee de lo que él considera nuestra historia literaria, por no mencionar su deplorable proclividad por sostener malevolencias y calumnias basado en transcripciones de comentarios de blogs creados para ensuciar honras.
Leonardo Aguirre, como hemos visto, ha decidido convertirse en el representante más visible de la baja policía de nuestras letras. Bien por él. Por mi parte, diré que Asociación ilícita tiene tantas posibilidades de convertirse en un referente para el estudio de la historia de la literatura peruana como yo de ganar el concurso Miss Suecia 2016. Y quién sabe si mis opciones son más altas.
FICHA
Nombre: Leonardo Aguirre
Obra: Asociación ilícita. Animal de Invierno, 308 pp.
Relación con el autor: ninguna.
Puntuación: 1 de 5 estrellas
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.