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Columna Vertebral: Gálvez Ronceros: Iluminaciones zoológicas

“Lo meritorio es que ninguna de las decisiones de nuestro autor, por muy arriesgadas que sean, jamás resultan forzadas, gratuitas o fuera de lugar”.

En su polémico y lúcido ensayo La generación del 50: un mundo dividido, Miguel Gutiérrez afirmaba que, después de Julio Ramón Ribeyro, Antonio Gálvez Ronceros (Chincha, 1932) era el más importante cuentista de aquella privilegiada promoción de autores. Sin ánimo de hacer ránkings o comparaciones, a estas alturas existe un sólido consenso en que Gálvez Ronceros es uno de nuestros más valiosos escritores vivos, con numerosos relatos en su haber que se ubican entre lo más selecto de la narrativa peruana contemporánea. Sus cuentos, forjados entre la discreción, la paciencia y el silencio, son propios del orfebre de la palabra en el que hace varias décadas se ha erigido.

Gálvez Ronceros debutó en el cuento con Los ermitaños (1962), conjunto recreado en un mundo rural y antiguo donde la muerte campea y hace estragos en la vida y en la mente de los campesinos que se le enfrentan o se resignan a ella. Pero sería con su segundo libro, el estupendo Monólogo desde las tinieblas (1975) con el que se consagraría definitivamente tanto para la crítica como para los lectores. Gálvez se apropió de la voz y de los modos de los afroperuanos de los pequeños pueblos de la costa y por medio de esta lúdica oralidad construyó un puñado de cuentos cortos y viñetas en los que esta comunidad marginada se mofaba de las autoridades de la región, comprendía la naturaleza que los rodeaba o conjuraba las supersticiones que su misma ignorancia había engendrado mediante su candor contestatario.

Luego aparecerían libros de alto nivel como Historias para reunir a los hombres (1988) y Cuadernos de agravios y lamentaciones (2003), donde Gálvez Ronceros se introducía en un ambiente más urbano en el que sus personajes, obreros y estudiantes, padecían injusticias sociales y políticas tan degradantes como imposibles de revertir. Hace unos cuantos meses publicó su quinta colección de cuentos, La casa apartada, que más allá de confirmar sus inusuales cualidades como prosista y narrador, significa su regreso a al primigenio universo rural y arcaico, pero esta vez contemplado con un prisma diferente al de sus entregas anteriores.

De los seis cuentos que integran este libro, la mayoría tiene como eje las relaciones entre hombres elementales, “abandonados por la fortuna o la razón” y animales con los que se confunden y mimetizan hasta lo trágico y absurdo. Es el caso de “¿Recuerdas?” –un verdadero prodigio de versatilidad verbal–, historia de un mendigo que disfraza a su perro para que limosnee mientras él se encarga de sus propios asuntos; o el de “Un perro en la noche”, en el que otro can, ciego de rabia, consigue articular insultos y maldiciones contra una mujer que emprende contra él feroz persecución; es el tema también de “Jacinto y manfreda”, relato sobre un bestialismo romántico que conduce al crimen y al encubrimiento. En todas estas narraciones opera un ánimo picaresco similar al de sus primeros cuentos, pero esta vez amparado en atmósferas delirantes, en lo fantástico o en circunstancias que están al mismo filo de lo inverosímil, como ocurre en el cuento que da nombre al libro. Lo meritorio es que ninguna de las decisiones de nuestro autor, por muy arriesgadas que sean, jamás resultan forzadas, gratuitas o fuera de lugar.

Dos cuentos escapan a estas características. Uno es “Lecturas extravagantes”, que, al igual que algunas de las viñetas de Monólogo desde las tinieblas, narra cómo esenciales y poco ilustrados personajes pueden, mediante el ingenuo trastocamiento del lenguaje, generar una particular y subversiva mirada sobre la realidad y las cosas. Otro es un largo cuento policial, “La madrugada triste”, decididamente el más sombrío y desesperanzado de los relatos que integran un libro que no solo demuestra la maestría de Gálvez Ronceros sino también su afinado olfato para explorar sus posibilidades y reinventarse con acierto.

Antonio Gálvez Ronceros

  • La casa apartada
  • Alfaguara, 2016, 110 pp.
  • Relación con el autor: ninguna.
  • Puntuación: 4 de 5 estrellas.


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