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Oswaldo Reynoso: Así fue el último adiós al escritor [Fotos y video]

Este martes, decenas de amigos, colegas y admiradores se despidieron del hombre que le otorgó una voz a la marginalidad en la literatura peruana.

Oswaldo Reynoso fue velado en el auditorio de la Casa de la Literatura. (Atoq Ramón)
Oswaldo Reynoso fue velado en el auditorio de la Casa de la Literatura. (Atoq Ramón)
Diego Pereira

Diego Pereira

@acunerme

Oswaldo Reynoso falleció en la madrugada del martes 24 de mayo, una fecha que será recordada con tristeza por sus amigos, colegas y seguidores, quienes tuvieron la oportunidad de despedirse del escritor. Sus restos fueron velados en el auditorio de la Casa de la Literatura.


Autor de una larga lista de obras —destacando las novelas En octubre no hay milagros, _Los Inocentes_— Reynoso fue recordado por decenas de personas, quienes formaron una larga cola para despedirse de él.

Presentes estuvieron otros escritores y poetas, amigos de casi sesenta años y discípulos entristecidos por su partida, estudiantes suyos que ahora enseñan y alumnos de ‘La Cantuta’ (donde ejerció la docencia muchos años), quienes presentaron un arreglo floral para el fallecido narrador.


UN HOMBRE COHERENTE
Robinson Párraga, estudiante de ‘La Cantuta’, cree que su gran legado es la coherencia. “Algo que rescatamos de él es que las ideas de sus libros se corresponden con las acciones que el toma” —explica— “nunca claudicó en sus ideas, rescatamos la coherencia en sus obras y en su vida”.

“Oswaldo no solo conoció la realidad limeña, sino la huamanguina, la andina, recorrió el Perú y trató, con la cultura que adquirió, dejarnos un legado a todos”, agregó Párraga.

En los exteriores de la Casa de la Literatura también estaba el promotor cultural Nicolás Ydrogo, quien vino desde Chiclayo para dar un último adiós al autor, dado que la visita que el escritor iba a hacer a esa ciudad en octubre fue frustrada por su muerte.

“La voz de Oswaldo Reynoso siempre ha sido la voz de provincias, no solamente la voz de los marginados acá en Lima”, cuenta Ydrogo para luego listar todos los lugares del interior del país que el escritor recorrió en los últimos años.

“Es el ejemplo del hombre que no ha perdido su mística en la lucha social, en la fe, creer que la literatura es un arma eficaz contra el sistema y contra la opresión. Oswaldo Reynoso nos deja un legado de perseverancia y constancia”, añadió.

Quien también lo recuerda con cariño es el Dr. Pablo Vega, profesor de la Facultad de Pedagogía de ‘La Cantuta’ y también alumno del desaparecido escritor. Su aporte en la educación, consideró, es tan valiosa como las obras que nos ha legado.


UN AMIGO PARA CONVERSAR
“Fuimos amigos desde hace 50 años, tal vez”, declara el arqueólogo y amigo de Oswaldo Reynoso, Luis Guillermo Lumbreras, “(hemos estado) bastante juntos en todos los eventos en los que hemos podido estar juntos”.

“Creo que uno de los escritores más notables que ha habido en este país, su obra es un obra que él ha seguido produciendo casi casi hasta que le llegue la muerte”, añade Lumbreras.

“Oswaldo era una de estas personas que vivía, lo más importante para él era que todos vivan y que él mismo viviera”, finaliza recordando al escritor.

Piero Bustos, conocido guitarrista de ‘Del Pueblo del Barrio’, recordó como en los noventas abordaba al escritor en los bares donde se refugiaba para simplemente escucharlo hablar y conversar sobre lo que fuera.


“Era absolutamente universal, era un tipo muy culto”, apunta Bustos.

El poeta Domingo de Ramos, también presente en el velorio, considera que Oswaldo Reynoso le otorga voz a la marginalidad. “Reynoso aporta el lumpen, marginal y proletario, lo que no tiene el lado limeño de Julio Ramón Ribeyro… Oswaldo introduce una voz urbana marginal”, señala.

Domingo de Ramos, además, tiene una historia que contar y que explica por qué es que la noticia de la muerte de su amigo le afectó tanto:

“Este jueves pasado hemos estado tomando unas cervezas en el Queirolo de Lima y él estaba muy entusiasta, hablaba como si mañana fuera a escribir un libro… ¿cómo es posible estar tomando unas cervezas y hablando como él habla —con maestría y todo— y después me entere de esto”

Tras unos minutos de espera, todos los presentes pudieron despedirse del escritor. Ahora toca abrir un libro suyo y recordarlo.

[Fotos: Atoq Ramón]


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