El trabajo de Armando Williams (Callao, 1956) es una deriva entre la observación de las estéticas urbanas y el interés por el territorio natural. Gran parte de este acontecer se puede ver en la exposición Revisión. Obras de Armando Williams (1980-2016), de la Sala Luis Miró Quesada Garland.
Surgido de las pulsaciones políticas –y apocalípticas– de fines del setenta e inicios del ochenta, la figura de Williams es un camino de mediación entre la expresividad pictórica, los horrores de la violencia peruana (Pasado, presento y futuro, 1983) y las experiencias –tempranas– de intervenciones públicas (Lima en un árbol, 1981. Colectivo Signo x Signo).
Tras su militancia en E.P.S. Huayco, episodio gravitante del arte peruano, se autoexilia en Nueva York, donde su expresividad se enriqueció y reafirmó su compromiso con la pintura.
La curaduría de Augusto del Valle es precisa al delinear un sentido temático y de tiempo inverso. Esto, acentuado por un correcto diseño museográfico, demuestra el gran valor del trabajo de este artista.
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