“Hace un mes, estábamos en una situación extremadamente difícil, con sólo un 12% de las entradas vendidas”, recordó Craig Spence, portavoz del CPI. Al final, se vendieron más de 2,1 millones de tickets de los 2,5 que estaban disponibles.
Mientras que en los Juegos Olímpicos algunos estadios estaban medio vacíos a causa de los altos precios para los brasileños, los Juegos Paralímpicos se convirtieron en un plan atractivo, y barato (entre 10 y 20 reales de media, de 3 a 6 dólares al cambio) para muchas familias.
Tanto que el pasado sábado se batió el récord de asistencia registrado en una jornada de los Juegos Olímpicos, 153,000 personas, con las más de 170,000 que acudieron ese día a ver competiciones paralímpicas.
“Lo que recordaremos de aquí es el ruido, la emoción y la energía de los brasileños”, estimó Spence, subrayando que estos Juegos son “una ocasión única para cambiar la percepción de las personas discapacitadas”.
En Rio 2016 se batieron 103 récords del mundo, difuminando todavía más la frontera entre el olimpismo y el paralimpismo.
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