02.MAY Jueves, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

Antiguos pensadores consideraban que el veneno no solo era el tóxico que producía la muerte al beberse o aspirarse. Hoy sabemos que pueden destruir el alma y que no ingresan al cuerpo por la boca; entran por el oído.

Fernando Maestre,Opina.21
fmaestre@peru21.com

Antiguos pensadores consideraban que el veneno no solo era el tóxico que producía la muerte al beberse o aspirarse. Hoy sabemos que pueden destruir el alma y que no ingresan al cuerpo por la boca ni son aspirados; entran por el oído pues son gritos, palabras fuertes e insultos que se transmiten a los niños y a los adultos. Las palabras pueden ser agua fresca de un manantial, que cura y ayuda a la vida; pero, también, agua con barro, que enferma y termina matando. Las palabras bien transmitidas pueden convertir a un niño en un castillo fuerte, valiente y hermoso. Hay muchos padres que quieren educar con gritos, insultos, amenazas y desacreditando al niño. Los chinos dicen que las palabras son como ladrillos que, cuando ingresan al cuerpo y son de amor, aumentan el desarrollo. Pero también las grandes peleas de los padres –que creen que los niños no escuchan ni entienden– dan rienda suelta a la furia verbal aun delante de los niños o con la puerta cerrada. Si quieres una familia fuerte, llena de amor y unida, acepta que la educación de los hijos no pasa por el grito ni la amenaza.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.