06.MAY Lunes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

El vicepremier Taro Aso presentó el problema con una brutal incorrección política: “Los viejos tienen que morirse más deprisa”.

Ricardo Lago,Uso de la palabra
Economista y Asesor Financiero

En 2012 se vendieron en Japón más pañales para adultos que para niños. El declive demográfico es el principal obstáculo al crecimiento de la economía japonesa; cada vez menos trabajadores y más jubilados, más consumo y menos ahorro, más deuda pública y menos inversión. No parece que la economía japonesa pueda crecer a más del 1.5% anual en el futuro previsible.

Por eso sorprende el entusiasmo que ha despertado la estrategia económica del premier Shinzo Abe, conocida como Abenomics, que consta de “tres flechas”: fuertes emisiones monetarias, masivo estímulo fiscal inicial, y reformas pro competitividad (que están en veremos.)

El estereotipo periodístico es que desde que, en 1992, se desinfló la colosal burbuja bursátil e inmobiliaria de los ochenta, Japón ha estado en recesión y deflación por falta de estímulos macroeconómicos. En realidad lo que muestran las cifras es más bien crecimiento muy lento y estancamiento de precios, ambos con subibajas. Los sucesivos gobiernos han experimentado con estímulos monetarios y fiscales en varias ocasiones y sin éxito. Entonces, Abenomics no es nada nuevo, salvo en su contundencia. Si el gobierno no encara el reto de acoplar el reparto intergeneracional a su realidad demográfica, Abenomics fracasará.

Hace unos meses el vicepremier Taro Aso diagnosticó el problema con una brutal incorrección política que sorprendentemente no provocó su dimisión: “los viejos tienen que morirse más deprisa.” Pero más allá de la retórica, ningún gobierno se ha atrevido a plantear el aumento paulatino y suficiente en la edad de jubilación (el promedio actual es 61 años) y la adecuación de las pensiones a las posibilidades del erario público. La secuela ha sido el crecimiento incontrolado en la deuda pública de 60% del PBI en 1992 a 220% en 2013. Hasta ahora el ahorro privado interno ha sido capaz de absorber el creciente endeudamiento público. Pero a partir del 2013, el financiamiento dependerá también de la voluntad de los mercados financieros internacionales.

Abenomics tiene que aceptar la realidad demográfica. Pues en otro caso, no conseguirá sino inflación y devaluación del yen. El despegue de la tasa de interés de la deuda –ahora en 0.7%– no se haría esperar y la creciente carga de los intereses haría aún más explosiva la trayectoria del déficit y deuda públicos. Con lo que la próxima gran crisis financiera mundial vendría de la mano de Japón.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.