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Cómo se vota desde el espacio y otras curiosidades de las elecciones en Estados Unidos

La astronauta Kate Rubins ya votó desde el espacio, mientras Shane Kimbrough pretende hacerlo desde la Estación Espacial Internacional.

Donald Trump no puede evitar ver por quién votó su esposa, Melania. (Reuters)
Donald Trump no puede evitar ver por quién votó su esposa, Melania. (Reuters)

Las elecciones en Estados Unidos llegan a su fin hoy. Este proceso —en el que los candidatos Donald Trump e Hillary Clinton han sido considerados como los más impopulares en toda la historia para llegar a la Casa Blanca— tiene además sus propias excentricidades.

Conoce aquí cuáles son las curiosidades propias de esta elección, en una selección hecha por el cadena BBC:

1. El voto de los astronautas


La astronauta Kate Rubins, quien regresó a la Tierra el 30 de octubre, ya votó desde el espacio, mientras Shane Kimbrough pretende hacerlo desde la Estación Espacial Internacional.

Esto es posible gracias a un proyecto de ley que en 1997 aprobaron los legisladores de Texas y que fue firmado por el entonces gobernador George W. Bush.


Crédito: @Space_Station en Twitter.

Desde entonces, los astronautas reciben la papeleta electoral por correo electrónico, protegida de tal manera que sólo se puede acceder a ella con las credenciales individuales.

Así lo explica la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).

La boleta la envía por satélite el Centro de Control de Misiones del Centro Espacial Johnson de la NASA y una vez completada, la recibe por la misma vía y la remite por correo a la Oficina de la Secretaría del Condado.

2. Los pueblos con menos electores


Las elecciones en Estados Unidos, una de las más esperadas de la historia de ese país, tiene ya sus resultados en tres pequeñas poblaciones que al contar con tan pocas personas, los votos son contados en cuestión de minutos.

En dos de ellas ganó Hillary Clinton (en una por cuatro votos, en otra por 17), mientras que en la tercera ganó Donald Trump, que obtuvo 16 votos.


La pizarra con los resultados de las elecciones en el pueblo de Dixville Notch, New Hampshire. (EFE)

Se trata de los pequeños pueblos de Dixville-Notch, Hart’s Location y Millsfield-situados en el estado de New Hampshire, en la esquina noroeste del país- que tienen permitido abrir las casillas en el primer minuto de este 8 de noviembre.

3. Los agnósticos no participan


Si bien es cierto que en Estados Unidos se mantiene la separación entre la Iglesia y el Estado, en algunos estados se exige a los candidatos que al menos sean creyentes.


Sí, se vota dentro de las iglesias. Aquí una en Fairfax, Virginia. (AFP)

En Texas, por ejemplo, a cualquiera que aspire a un cargo estatal se le pide “reconocer la existencia de un ser supremo”, tal como se refleja en la Constitución de ese estado.

En Tennessee existe una ley similar, de igual forma en Carolina del Sur, Carolina del Norte, Misisipi, Maryland y Arkansas.

4. Los “idiotas” que no pueden votar


La Constitución de Kentucky prohíbe que los “idiotas y las personas locas” emitan el voto, siendo un juez el que determina si alguien cumple con esas características.


Un centro de votación en Paducah, Kentucky. (AFP)

En las constituciones de Ohio, Nuevo México y Mississippi también son comunes esos términos y hacen referencia a las personas con discapacidades mentales.

Pero la ley federal contradice estas normas estatales, ya que permite a los ciudadanos con discapacidad mental votar incluso si están bajo tutela o si reciben atención asistida, de acuerdo a la Alianza Nacional para las Enfermedades Mentales.

5. La tradición de los adhesivos electorales


“I voted” (Yo voté) es la pegatina que muchos votantes suelen usar tras su paso por las urnas. Y aunque no está claro cuándo se puso de moda, la National Campaign Supply, una empresa con base en Florida, reivindica que fue ella la que diseñó el adhesivo original por el año 1986.


La fiebre de los adhesivos en Arlington, Virginia. (AFP)

Actualmente, algunos de los estados y condados diseñan sus propias pegatinas electorales.

En Georgia, por ejemplo, los votantes reciben una con forma de melocotón, como guiño al apodo del estado y a su fruta oficial.

Los expertos sugieren en que estos adhesivos jugarían un papel psicológico, animando a los votantes a acudir a las urnas.

6. La posibilidad de cambiar su voto


Al menos siete estados permiten explícitamente a los ciudadanos cambiar su voto si lo emitieron antes del día de las elecciones.

Y como este año el 40% de los electores ha votado antes del 8 de noviembre, esas leyes estatales han estado en el punto de mira de las campañas.


Ciudadano de Boulder (Colorado) envía su voto por correo. (AP)

Así, el republicano Donald Trump insistió a los ciudadanos de Wisconsin que este martes pueden volver a votar si lo hicieron por su rival, la demócrata Hillary Clinton, y “sienten remordimiento”.

Wisconsin permite cambiar de opción hasta tres veces antes de que el voto se vuelva oficial el día de las elecciones.

Minnesota, Pennsylvania, Nueva York, Connnecticut y Misisipi están entre los estados que permiten cambiar el voto.

7. La prohibición de los duelos


Puede sonar a anticuado retar a alguien a un duelo, pero cualquiera que lo haga no podrá optar a una candidatura estatal en Tennessee.


La fiebre por las banderas en Brentwood, Tennessee, el día de la votación. (AP)

Y si alguien que ya es funcionario participa en un duelo, se le revocará del cargo.

8. Los cachorros electorales


NextGen Climate, un grupo político enfocado en la lucha contra el cambio climático, planea llevar cachorros a los centros de votación de Iowa, Carolina del Norte, Pensilvania, Nevada y New Hampshire.

La intención es atraer a las urnas a los votantes jóvenes, dice el grupo.
Se le ocurrió la idea cuando se dieron cuenta de que la participación en aquellos centros electorales en los que los voluntarios había llevado cachorros era considerablemente mayor, informa el medio económico Business Insider.

9. Libertad para escoger el libro sobre el cual juramentar


La Constitución de Estados Unidos no especifica que el presidente deba jurar su cargo posando una mano sobre la Biblia.

Fue George Washington quien comenzó esa tradición, cuando en 1789 llevó su Biblia masónica a la ceremonia.

Otros presidentes optaron por Biblias simbólicas de las que subrayaron párrafos para leerlos durante la juramentación.

“Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”, leyó Franklin Roosevelt las cuatro veces que le tocó jurar el cargo. Es un fragmento del libro de los Corintios.

Por su parte, Barack Obama, la segunda vez que juró el cargo, en 2013, lo hizo posando su mano sobre la Biblia de Abraham Lincoln, para conmemorar el 150 aniversario de la Proclamación de Emancipación con la que en 1863 anunció que todos los esclavos de los estados confederados serían liberados.

Y también llevó la Biblia que Martin Luther King tenía siempre consigo para rememorar el 50 aniversario de la marcha por los derechos civiles.

John Quincy Adams utilizó un libro de derecho para jurar su cargo en 1825 y Theodore Roosevelt optó por no llevar ningún libro a su primera juramentación, en 1902.


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