23.NOV Sábado, 2024
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Opinión

Llegó octubre, el mes de la música criolla y de Halloween, del turrón de doña Pepa y del Señor de los Milagros. Para muchos, el mes morado y, para otros, el ‘Octubre Rojo’. Rojo como la sangre de los toros que año a año sacrifican absurdamente para la feria de Acho. Un espectáculo que disfraza el salvajismo como tradición para distraer a un público supuestamente educado y sensible, que instala sus pálidos culos en las graderías para celebrar cuando una espada perfora los órganos de un animal de 500 kilos y que aplaude cuando le cortan las orejas. Un evento violento bendecido por una Iglesia doble cara que por un lado dice defender la vida y por otro permite que esa masacre animal adopte el nombre de su santo más adorado.

Llegó el mes rojo, llegó Acho; gocen con la sangre, relámanse con la muerte, intoxíquense con vino hasta la inconciencia, créanse más españoles que los españoles, búsquense después en las páginas de sociales y siéntanse orgullosos de ser humanos, agradezcan a su Dios por ser personas y no toros de lidia. Disfruten octubre, refinados asesinos.


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