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Opinión

“La integración a través de esta hidrovía es la clave para un país que apuesta por crecer”.

La semana que pasó, Proinversión asignó la concesión de la Hidrovía Amazónica. Ganó el concurso el Consorcio Hidrovías II, formado por una empresa china y una peruana, que invertirá alrededor de 90 millones de dólares y tendrá por 20 años la concesión de la hidrovía.

La hidrovía asegurará la navegabilidad, 24 horas al día, todos los días del año, en varios tramos de ríos de nuestra selva (Huallaga, Marañón, Amazonas y Ucayali). Se trata de incrementar su transitabilidad y de hacerla regulada y segura.

Gracias a esta iniciativa, más negocios podrán desarrollarse, más servicios –públicos y privados– llegarán a distintas comunidades amazónicas de manera frecuente, regular, y los costos de transporte –tiempo y dinero– serán menores. La región estará más integrada entre sí y con otras regiones del país. Productos de la región podrán llegar a nuevos mercados. Los programas sociales y el resto de servicios públicos también podrán llegar mejor, más frecuentemente y a menor costo, a las poblaciones que ahí viven. Hay algunos riesgos, como los problemas por el mayor tráfico en los ríos, que deberán atenderse.

Además del impacto social y económico, esta es una iniciativa que ha pasado por un proceso de consulta previa donde ha habido tensiones, pero también acuerdos entre el Estado y catorce pueblos originarios y 27 de sus organizaciones. La consulta previa no impide la inversión, la legitima.

La integración a través de esta hidrovía es clave para un país que apuesta por crecer e incluir. La aplicación de la consulta previa es una muestra del reconocimiento y respeto a los pueblos amazónicos. Esta concesión es una buena noticia, para la Amazonía y para el país.


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