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Opinión

En vísperas de cumplir 97 años, ha muerto la actriz Louisa Colpeyn. Lo más probable es que su nombre no le diga nada al lector, pues se trata de una figura secundaria del cine y teatro francés. Asumió con oficio pequeños roles, uno de ellos en la entrañable Banda aparte de Godard. Sin embargo, si ahora merece nuestra atención, ello se debe a que era la madre de Patrick Modiano, el último Premio Nobel de Literatura. Como se sabe, el escritor tuvo una relación muy conflictiva con ella y no vaciló en retratarla con dureza en sus novelas.

Louisa Colpeyn era de origen belga, nacida en Amberes, y entró en el mundo del espectáculo antes de alcanzar la mayoría de edad. Luego de participar en algunas comedias rodadas en Bruselas y en revistas de music-hall, se trasladó a París, donde, en 1942, conoció al misterioso Albert Modiano. Este provenía de una familia judía griega e italiana. Por entonces, la capital francesa se hallaba bajo la ocupación nazi, por lo que debía llevar una vida clandestina. Además, se dedicaba a negocios turbios en complicidad con algunos colaboracionistas, relaciones que le permitieron eludir a la Gestapo. De su unión con Louisa Colpeyn nacieron dos niños: Patrick en 1945 y Rudy en 1947.

Patrick Modiano haría de la ocupación uno de los grandes temas de su obra. Su interés residía no solo en desentrañar el espíritu de una época siniestra, sino en rastrear su pasado familiar. Sus pesquisas se tornaron obsesivas por una simple razón: quería exorcizar la situación de abandono y desamor que marcó su infancia. Su padre vivía a salto de mata, escudado bajo una falsa identidad, y su madre, una mujer fría y ambiciosa, se ausentaba constantemente debido a sus giras teatrales. La pareja optó por dejar a sus hijos en pensiones, en manos de extraños, y, más tarde, en internados. Cuando Rudy murió a los diez años víctima de leucemia, Patrick sintió que se rompía su único lazo con el mundo. Para colmo, el matrimonio colapsó, y, de pronto, el futuro escritor se encontró sin hogar y librado a su suerte. Aún era un adolescente y, como él mismo ha referido, dado que no recibía dinero para su manutención, se vio obligado a cometer pequeños robos y otros trapicheos para sobrevivir.

A los 17 años, Patrick Modiano no quiso ver más a su padre. En cuanto a su madre, la relación se hizo cada vez más distante. Las carencias afectivas le dejaron una herida abierta que tardó mucho en cicatrizar. Felizmente, se refugió en la literatura y su pasión fue correspondida. Apenas tenía 23 años cuando Gallimard le publicó su primera novela, El lugar de la estrella (1968), pistoletazo de salida de una carrera excepcional.

Pese a sus desavenencias, el novelista solía visitar a Louisa Colpeyn en la casa de reposo donde pasó sus últimos años. En una ocasión, llegó a describirla como “una chica bonita con el corazón seco”.


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