Podrían parecer detalles menores, pero no lo son. En el relato periodístico todo cuenta. Y los contextos e información complementaria al público también. Así sea una historia dura o una muy ligera.
El lunes 3 de abril muy temprano, el conductor Phillip Butters llamó a un teléfono del prófugo ex presidente Alejandro Toledo, quien debe presentarse ante la justicia por el caso Odebrecht, pero aún no es ubicable en Estados Unidos para su extradición.
Como casi todos los medios, Perú21 hizo el reporte del cortísimo diálogo telefónico. En la web titularon “Phillip Butters llamó por teléfono a Alejandro Toledo y esto fue lo que pasó”. Todos deben haber estado al tanto de la historia con la que se abrió la semana. Las autoridades lo buscan, esperan que se le traiga, en EE.UU. argumentan que ello aún no es posible, pero el comentarista logró contactarlo.
Ante la respuesta de Toledo, quien dijo “son las 5 de la mañana, amigo, discúlpeme”, el conductor dijo en vivo a su audiencia que eran las 7:45 de la mañana en Lima y “la misma hora en Stanford (California, Estados Unidos)”.
Ni Toledo ni Butters habían sido exactos: en Lima eran las 7:45 de la mañana y en California, donde está el prófugo ex presidente, eran las 5:45 de la mañana.
El conductor se había equivocado, pero lo dijo con tal certeza que muchos lo dieron por cierto y con razón muchos comentarios en las redes en tono burlón decían que Toledo –a quien se le aplica el dicho de hazte fama y échate a la cama– ni sabía la hora o que mentía.
Ello fue reportado así por varios medios incluido Perú21. Al leer la nota, me comuniqué con los editores. De inmediato hicieron la aclaración y explicaron en la misma nota la diferencia horaria entre las dos ciudades. Podemos tener en Perú la misma hora que en Nueva York y Washing-ton, pero no la misma de las ciudades de la costa oeste como California. Estados Unidos es un gran territorio y no tiene una única hora en su territorio.
Detalles como el que menciono son importantes para una audiencia, para un lector. El solo hecho de que en el breve intercambio se haya hablado de diferentes horas, obliga a un periodista –si no sabe los husos horarios– a verificarlo.
En otro tema, estuvo muy bien toda la información que se elaboró con fuentes médicas sobre el mal de Alzheimer, para aclarar que lo señalado por el congresista Bienvenido Ramírez respecto a la lectura y esa enfermedad es un absurdo.
La rapidez con la que se generan los contenidos en tiempo real obligan a tener los cinco sentidos puestos en lo que se escribe y una capacidad de cruce de información, observación de detalles y reacción mucho mayor a la que se tenía en tiempos analógicos.
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