Han pasado seis meses desde que asumí este encargo de la Defensoría del Lector en Perú21, con emoción, ganas de aprender día a día y cierto temor, dado que se trata de una función que vi durante muchos años en medios del extranjero y en manos de personas que yo veía muy experimentadas; veteranas, podría decir.
La Defensoría del Lector en nuestro ámbito sigue siendo desconocida o mal entendida. Sus alcances muchas veces se confunden con un enlace con oficinas del Estado o la Defensoría del Pueblo o Indecopi. El ciudadano busca, entonces, un canal que le parece confiable para buscar ayuda. Ello me hace pensar en cuán desprotegidos aún nos sentimos los ciudadanos o cuán desinformados estamos sobre las vías de reclamación por mal servicio en el sector público o privado. Quizás falta más información a través de los medios o no es menos cierto que la audiencia no le presta debida atención a este tipo de anuncios e informes que al final son utilitarios y de interés para todos.
Pasados seis meses desde que asumí este encargo, y un poco más de dos años de la creación de la Defensoría en Perú21, vale recordar que la función es ser una especie de intermediario entre el medio y el público; atiende críticas, quejas y observaciones de los lectores respecto a la producción periodística del medio; y señala las eventuales faltas y omisiones a las normas de trabajo que se pueden producir durante una cobertura. En sí, la Defensoría del Lector está para colaborar en mantener una buena calidad periodística en el medio y vigilar por el respeto al derecho de lectores y audiencia de Perú21, que es recibir información debidamente verificada y contrastada y no manipulada con fines de desinformación. Yo estoy virtualmente conectada con la sala de redacción, pero no tengo despacho ahí, lo cual de algún modo contribuye a la distancia que exige evaluar día a día la producción periodística del equipo.
En este tiempo me han escrito con especial énfasis sobre los alcances del escándalo de corrupción Lava Jato-Odebrecht, los contenidos en el currículo educativo y la información sobre sexo, homosexuales y derechos de minorías.
Ello muestra que la audiencia anda muy pendiente de lo que se ofrece. También que Perú21 ha roto con esquemas de información tradicional y da que hablar con algunos contenidos que generan polémica, lo que abordé en reciente columna para ser mejor planteados y valorados.
En cuanto al currículo y la educación sexual y el enfoque de género, sugiero leer el informe de Mariella Sausa publicado ayer y difundido también en las redes sociales del diario. Muy amplio y detallado.
Una observación final. En Facebook me pareció un error y un exceso titular que el grupo periodístico Exitosa se dividía por la incorporación de Phillip Butters. La renuncia de varios columnistas, ad honorem o no, no implica una división empresarial, que fue lo que se entendió con esa redacción.
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