Las historias de estas fechas no son siempre felices o curiosas. Si revisamos los reportes periodísticos de cada año, hallamos dramas relacionados con incendios o accidentes con pirotécnicos.
Pero los incendios no son exclusivos de estas festividades. Este año, solo en Lima, Callao e Ica, los bomberos atendieron más de cinco mil emergencias con fuego. No todas se difunden en los medios. Mucho depende de la magnitud, las víctimas, los daños, el lugar afectado, el contexto.
En el caso de Lima, estamos particularmente sensibles ante ese tipo de noticias luego de los incendios en El Agustino, en el que murieron tres bomberos y que arrasó con un almacén del Ministerio de Salud (octubre); el de la comunidad shipibo-koniba en Cantagallo (a inicios de noviembre), y el del cine UVK en Larcomar, en el que fallecieron cuatro de sus trabajadores (a mediados de noviembre).
Tal es la sensibilidad que el martes 20 se activaron las alarmas cuando el patio de comidas y la nueva zona del centro comercial Jockey Plaza –en días previos a Navidad– empezaron a llenarse de humo y varios pusieron en sus redes sociales “incendio”. Al final, el incidente fue menor y no tuvo graves consecuencias, aunque sí causó mucho susto entre quienes estuvieron ahí. El Jockey Plaza descartó que se hubiera producido un fuego y solo habló de una humareda, lo que fue replicado en los medios.
Al día siguiente, en el Callao, sí hubo un incendio de gran magnitud (y con gran cobertura) en un almacén de insumos químicos que operaba sin licencia.
Conversé con Lewis Mejía, bombero y director de Comunicaciones del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú. Me dice que están afinando los sistemas de información para evitar confusiones y orientar a la comunidad y los periodistas. Explica que los bomberos se movilizan una vez que confirman la emergencia. Hay tal cantidad de falsas alarmas que no pueden desperdiciar recursos.
Asimismo, precisa que así solo se vea humo, los bomberos deben actuar, pues es lo que aturde y asfixia a las personas (no es bulla ni finta). Además, “si hay humo, es que hay fuego, pequeño o grande, pero lo hay. Las humaredas no salen de la nada”. Mejía me dice que se dice amago cuando el fuego puede ser controlado con un extintor. Cuando escapa a ello, ya se trata de un incendio.
Veo que Perú21 está aprovechando estos reportes para contribuir a una cultura de respeto a los servicios de emergencia y para evitar el uso de pirotécnicos. Ello es saludable. No está de más que los periodistas, en general, revisen las pautas de cobertura ética que dan webs como la FNPI, la fundación que nos legó García Márquez.
Al cierre de esta columna, espero que esta Nochebuena sea menos dramática. Que la Navidad sea de calma y de paz, incluso para los bomberos.
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