Si revisa cotidianamente los medios de comunicación en cualquier plataforma, debe haber advertido que hay personajes que son consultados recurrentemente, aparecen en todas partes y a toda hora, y no precisamente porque sean protagonistas de la noticia.
Alguien publica una columna o hace una declaración en radio o TV acerca de un acontecimiento de impacto, muestra su buena disposición ante los medios, da sus datos de contacto y se vuelve una fuente constante, un invitado o entrevistado. Hay, por cierto, personajes que parecen scouts por estar siempre listos; no importa el tema que se trate, parecen saber de todo, son ‘mediáticos’ y están dispuestos a completar la nota que nos falta o los minutos que tenemos que completar en televisión o radio.
De ese modo, las audiencias se quedan con la impresión de que los personajes que saltan de medio en medio son los mejores especialistas o las voces autorizadas para analizar un asunto de interés público, que puede ir desde algo político o económico hasta algo deportivo o cultural.
La reflexión de hoy no apunta a una deficiencia observada particularmente en Perú21, sino, más bien, a una situación generalizada a la que hemos contribuido en muchas ocasiones por inercia, descuido o urgencia (“ya tenemos que cerrar” o “el programa se nos cae y nos falta una entrevista”) desde la práctica periodística.
Me refiero en este espacio a los usos en los que hemos caído medios y periodistas inconscientemente por las situaciones que he mencionado.
Me puse a pensar en todo ello a raíz de la presentación de la campaña #LasMujeresSaben, organizada por el Grupo Sofía, reunión de mujeres académicas y profesionales de los distintos ámbitos de las ciencias sociales, quienes han advertido que, por lo general, las fuentes consultadas o los invitados a paneles periodísticos son hombres (y los mismos de siempre); que las mujeres en todo caso son convocadas para hablar de asuntos considerados femeninos y muy poco para los grandes temas de la discusión pública.
Uno de los objetivos de esta campaña es hacer visible el conocimiento y aporte de las mujeres profesionales en el país, así como sus conquistas académicas.
En este mismo diario, la columnista, economista y ex ministra Carolina Trivelli, hace dos años, comentaba con entusiasmo la creación del Grupo Sofía y la necesidad de avanzar hacia unas ciencias sociales más inclusivas, en donde sus aportes sean visibles y valorados. Se ha avanzado poco.
En general, para un mejor periodismo siempre es bueno hacer un ejercicio de autocrítica y revisar si somos plurales, si acudimos a las mejores fuentes, a las que contribuyan a una mejor comprensión de los hechos y a la búsqueda de la verdad.
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