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Opinión

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Las cifras no acompañan al actual gobierno. La aprobación del mandatario, según la reciente encuesta publicada por El Comercio, se sitúa en 25% y la de su esposa (y presidenta del nacionalismo), en 27%. Las razones, como en casi todo, son muchas, pero hay dos que, intuyo, responden en mayor grado a dicha debacle: por un lado, el aumento sostenido de la inseguridad y la corrupción, y, por el otro, el deterioro de nuestra actividad económica.

El gobierno, a través de distintos voceros, ha tratado de desligarse de la desaceleración económica, de la inseguridad y la corrupción. No obstante, poco puede hacer para alejarse: el incremento del sicariato, del crimen organizado, de las mafias regionales, así como la corrupción institucional (Policía, Poder Judicial, Fiscalía, entre otros) se atribuyen al gobierno de manera directa, sin importar la capacidad del mismo de contar con mecanismos de reacción.

¿Puede hacer algo el gobierno, en estas dos áreas, en lo que resta del mandato? Pues sí, aunque suene optimista (para la gran mayoría de analistas, ya no queda oxígeno para reformas). El problema, me da la impresión, tiene que ver más con los objetivos del gobierno para el 2016 que con su capacidad de acción. Me explico.

Si el gobierno tiene el interés de luchar, de manera activa, ante estos tres flagelos (inseguridad, corrupción y desaceleración), tendría que adoptar medidas importantes, muchas de ellas impopulares y que no se reflejarán en el corto plazo. Una eventual aventura política en el 2016, sea a través de un aliado o un delfín, limitaría el uso de dichas medidas. Esto no es física teórica, sino algo muy básico en el análisis político. Por ejemplo, cambiar al ministro del Interior Urresti por alguien comprometido con la institucionalidad y el largo plazo, no la plaza y la chacota; como esta, distintas medidas que acabarían por llenar esta y otra página.

La menudencia y la levedad en el liderazgo político podrían estar representando ese deseo. Sería una irresponsabilidad, sin dudas, no tomarlo en cuenta. En pocos meses lo sabremos.


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