15.MAY Miércoles, 2024
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Opinión

Alan García quiere ser el presidente que llegue al bicentenario y convertirse, además, en el único presidente de la historia que lo ha logrado a través de las urnas. Para ello confía en su experiencia y su reconocida pericia para revertir los números adversos que lo acompañan en la intención de voto hasta este mes. Tener casi cuatro décadas de política activa, en las que ha participado en cinco procesos electorales, habiendo conseguido dos veces la presidencia de la República, es parte de su activo político, a lo que se le agrega liderar el partido político más antiguo y más organizado del país.

Sin embargo, ni las condiciones son las mismas de otros procesos electorales, ni lo que se valoraba antes, lo es ahora. En enero del 2001 y 2006 aparecía tercero con una tendencia positiva para crecer y el único escollo por superar fue Lourdes Flores, que lo logró con éxito.

En esta oportunidad no es así. Está cuarto en las encuestas, por lo que tendrá que superar a dos candidatos totalmente distintos, PPK y César Acuña, para tentar el pase a la segunda vuelta. Si llega a ella, para ser competitivo debería al menos triplicar su intención de voto.

El tema se vuelve más complicado pues el perfil de su votante ha cambiado drásticamente, como sus propias posiciones. Si antes era visto como un candidato de centroizquierda, ahora es ubicado por la derecha.

Por eso, si antes su voto era más provinciano que limeño, ahora es al revés. Si antes su voto reposaba en los niveles socioeconómicos D/E, ahora estos se identifican con Keiko Fujimori y César Acuña. El problema es que ahora se asienta más en el A/B, donde PPK y Julio Guzmán le disputan ese espacio.

Peor aún, aquello que aparentemente es su punto fuerte se está convirtiendo en débil. Su dilatado paso por la política no solo muestra experiencia, sino también desgaste. Dos gobiernos y su incontrolable deseo de estar permanentemente presente en la coyuntura lo han desgastado aún más.

Si el recuerdo de su desastroso primer gobierno queda en los libros de historia, el tema de los narcoindultos está presente en la mente de los actuales votantes. No extraño, por eso, que es el candidato en el que menos confía el electorado y el que encabeza la lista de los que el elector no votaría de ninguna manera. No es poca cosa.

Si logra ganar, hay que quitarse el sombrero, pero si pierde, arrastrará a su partido, ahora muy dependiente de él, a la tragedia.


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