La crisis griega nos parece remota, pero su desenlace puede afectar la vida diaria de los peruanos, así que vale la pena acercarnos a ella. Los hechos, en apretado resumen, se inician con la elección de Alexis Tsipras, el 25 de enero de este año, en medio de una severa crisis económica y fiscal, con la promesa de acabar con las políticas de austeridad y una ardua negociación con el Eurogrupo para promover el rescate financiero (que solo en su segundo tramo supone el desembolso de 84 mil millones de euros en favor de los bancos griegos).
Finalmente, Tsipras patea el tablero decretando un “corralito” financiero que dispone, desde el último lunes, limitaciones para sacar dinero de los cajeros (los bancos permanecerán cerrados, por lo menos, hasta el 6 de julio): 60 euros por persona al día.
Además, ha dispuesto la realización de un referéndum para que sean los ciudadanos los que decidan si se aceptan las condiciones europeas.
Los primeros afectados son los propios griegos, que ven limitada su posibilidad de retirar dinero en efectivo, con las consecuencias que eso tiene en generar corrupción y desconfianza. Lo hemos visto en Argentina hace muy poco y lo sufrimos en el Perú del siglo pasado a través del control de cambios del régimen militar y el dólar MUC aprista. Aunque, simultáneamente con el “corralito”, se anunció una medida de evidente corte populista: la gratuidad del transporte urbano en el metro, autobuses y tranvías hasta después del referéndum.
Pero lo más grave en términos globales es el riesgo que la crisis supone para la confianza en la moneda única y, por lo tanto, en la estabilidad económica europea. La posibilidad de que Alexis Tsipras pierda el referéndum, única posibilidad de evitar el descalabro, parece remota.
Eso explica que la primera respuesta, del presidente de la Comisión Europea, contenga una velada advertencia a los electores griegos: “Un no en el referéndum sería un no a Europa”.
No menos amenazante, Tsipras –a través de la televisión pública– descartó una salida del euro “porque el costo financiero sería enorme”. De hecho, Angela Merkel se ha cuidado mucho de repetir: “Si fracasa el euro, fracasa Europa”, pero eso es lo que está en juego.
El domingo conoceremos el desenlace.
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