26.NOV Martes, 2024
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Opinión

En las épocas en que el país tenía Senado y Cámara de Diputados, las solicitudes de información tenían que ser aprobadas por sus presidentes; así se hacía hasta que el Congreso Constituyente Democrático (1992) empezó a aplicar la transparencia de la información.

Se aplicaron las tecnologías modernas, y la Internet permitió que de manera transparente se conocieran las agendas del Pleno, los proyectos de ley y el diario de debates. También contar con el Parlamento Virtual, que permitió las comunicaciones directas entre congresistas y ciudadanos, pero, además, y creo que es el hito que marca la diferencia con los demás poderes e instituciones públicas, se instauró la televisión privada por cable, lo cual permitió que los peruanos conozcan cómo funcionan las sesiones plenarias y las comisiones.

En honor a la verdad, nada de ello habría sido posible si no se hubiera contado con la aprobación de las mesas directivas de entonces y también con el amén de las demás bancadas del Congreso; es decir, el Parlamento entendió que la transparencia informativa y la participación ciudadana eran más que necesarias para el fortalecimiento de la democracia.

Adicionalmente, el Congreso también empezó a transparentar su presupuesto y sus gastos e incorporó la Oficina de Control Interno. Los gastos fueron descubriéndose al ojo público; se publicaban, por ejemplo, el gasto en materiales de oficina, las resoluciones de viaje, entre otras informaciones.

Pero hoy, al parecer, en el Congreso se está aplicando el paso lunar de Michael Jackson, porque aparenta que está caminando hacia adelante, cuando en realidad era hacia atrás. La semana pasada, El Comercio denunció que solicitudes de información le fueron denegadas por la institución, lo cual le imposibilitó contar con información del gasto público que ahí se realiza. Es decir, el Congreso está retrocediendo en lugar de avanzar. Se hace necesaria una reforma de pensamientos y de acciones en el Parlamento para su legitimación ante la ciudadanía.


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