19.ABR Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

Pocas certezas tenemos en un país como el nuestro, diverso y complejo donde a la vez vivimos el chuponeo telefónico, vil y obsceno, con una cuna de civilización –5,000 antes de Cristo– como Caral y sus posibilidades de asombrar y seducir al mundo, igual que Machu Picchu, Choquequirao, El Brujo, la Huaca de Sol y la Luna, Kuélap, Líneas de Nasca y tantos espacios más. Poco nos ocupamos de ellos y menos los valoramos. Sí sabemos que mañana tendremos los rebotes de la protocolar ‘cumbre’ Keiko-PPK (las damas primero).

Probablemente, los peruanos de a pie tengan cierto interés en que quienes sacaron la mayor votación en los últimos comicios –el presidente definió muy bien su triunfo: “gané raspando”– conversen y acuerden políticas en beneficio de quienes no votaron por ellos. Más les afecta un crecimiento de 2% del PBI para el 2017, guarismo nada auspicioso para un país que ya perdió 100 mil empleos de calidad entre el 2016-2017. Todos tenemos la gran duda –casi la certeza– de que el diálogo entre Keiko y PPK pueda revertir tan magro crecimiento o nos proporcione un tomógrafo en nuestros hospitales.

La gente dice: hay para bonos, para los Panamericanos y otras obras millonarias, pero no para un tomógrafo que atienda a quien lo necesita en el momento conveniente, como si comprarlo fuera una proeza. En un año, los hospitales peruanos no pudieron convertirse en mínimamente humanos, permanecieron como saben bien los ciudadanos que los padecen. Sin medicinas, deteriorados, una desgracia, pese a que se nos dijo que dinero había. Esa es la falencia más reprochable a este régimen que pronto cumple un año.

Cuando el gobierno entró, el 28 de julio del 2016, nos mostró con su práctica que fiscalizar, inventariar, investigar un poco siquiera al gobierno de Ollanta Humala no estaba entre sus prioridades. Se sigue con el dispendio de Talara, ya se emitieron US$2,000 millones inútilmente, y así con otras obras, incluida la alucinante y telúrica Chinchero. Por lo menos, el vicepresidente sabía que existía el “clan de constructoras”. En cristiano, empresas que sobrevaloraban obras públicas durante Humala/Heredia.

No parece ser poco lo que probablemente se ha llevado al bolsillo la ex pareja presidencial. El valiente fiscal de Lavado de Activos pidió la prisión preventiva para ambos. Mañana el juez Concepción Carhuancho –de destacada actuación– nos dirá si podemos confiar en nuestra justicia. No se entiende bien que el Ejecutivo presente a un postulante a contralor denunciado en la Fiscalía Anticorrupción, proveedor del Estado, amigo del presidente…

Entretanto, visite Caral, Áspero, Vichama, impresionantes. O siéntase un ‘Nasca’ en estas Fiestas Patrias disfrutando la monumental exposición del MALI sobre esta cultura prehispánica.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.