Un seminario internacional de políticas educativas y derechos humanos reunió recientemente a varios líderes de Latinoamérica en Lima. Entre ellos, el brasileño Paulo Speller, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). Conversamos sobre el presente y futuro de Latinoamérica.
¿Cómo ve el momento político en Latinoamérica?
El estadista Winston Churchill nos decía que mientras no se encontrara mejor sistema que la democracia, que era imperfecto, “me quedo con la democracia”. Yo creo que en eso estamos. Los sistemas representativos formales en América Latina, después de un periodo relativamente largo de dictaduras militares, están en proceso de retomar lo democrático. Así fue en Brasil, Argentina, Uruguay.
¿Y en Venezuela?
Coincidentemente, Venezuela es un país donde la democracia ha imperado más tiempo. Y, formalmente, lo que tenemos en ese país es un régimen democrático, donde las instituciones existen. La elección del último domingo fue un momento importante. La elección venezolana reafirmó la democracia.
¿Qué correlación hay entre la corrupción y el respeto a los derechos humanos, el acceso a la educación y a la cultura?
La corrupción no es exclusiva de América Latina. Está en otras latitudes, inclusive en Europa. Lo que importa para nosotros es que hay un combate mucho más efectivo y aquí sí hay una correlación entre la consolidación de las instituciones y el combate a la corrupción. El caso de Brasil es un ejemplo, que se refleja en cómo se castiga a los responsables por la corrupción.
¿Qué sensación le dio cuando se supo lo del caso Petrobras?
La sensación que se tiene es que la crisis puede aportar beneficios muy importantes para la sociedad brasileña. A partir de la investigación que se hace del caso Petrobras y otros, se crean mecanismos y conciencias y una participación ciudadana cada vez más inflexible. Seguro que tendremos otro Brasil después de esta crisis. La democracia no es perfecta.
Pero qué pasa cuando los hechos de corrupción llegan a altas esferas del poder. Eso es más que imperfección, pues atraviesa una estructura.
Y uno se da cuenta de que no es una cosa reciente. Parte de la prensa quiere dar la impresión de que es algo relativo a este gobierno.
Es que el discurso de la izquierda es uno de cambio, de justicia social, de una carga ética muy fuerte.
Hay una correlación interesante: existe una vigilancia y rigor, un proceso de fiscalización mucho más fuerte, entre más progresista o de izquierda es un gobierno.
En los próximos años tendremos un mapa político latinoamericano muy distinto. Y las propuestas de izquierda están cediendo espacios.
La gente siempre va, en principio, por propuestas progresistas. Muchas veces, a pesar de ello, es más conservadora, porque le tiene miedo al cambio, que es aterrador.
¿Nuestros gobernantes siguen pensando que la educación no es ese factor que permite sumar en el crecimiento de un país?
Yo creo que sí hay una conciencia, ya sea de gobiernos más o menos progresistas. Cada vez más se designan mayores recursos para la educación. Tal vez lo que haga falta es que seamos capaces de llevar a cabo políticas públicas más consistentes, con menos corrupción. La población está más educada y dispone de elementos importantes para elegir.
Con todo eso, ¿sabemos elegir mejor?
Sí, pero hace falta también un perfeccionamiento del sistema democrático: cómo tus autoridades pueden representar efectivamente a la comunidad.
¿Es posible pensar que de acá a unos 10 años seremos una mejor sociedad?
Yo creo que sí, porque por una parte la sociedad de la información es la sociedad del conocimiento, y nos está mostrando que la forma tradicional de la gestión pública funciona cada vez menos y lo que funciona cada vez más es el proceso de participación ciudadana efectivo e inmediato. Te pongo un ejemplo: mientras nosotros nos comunicamos cada mañana abriendo un periódico, tu generación trabaja con las redes sociales. Mientras vamos a la TV, ya los jóvenes lo están comentando en Twitter. Hay otro proceso comunicativo que lleva a cambios en la estructura de poder.
Finalmente, el perfeccionamiento de la democracia, entonces, no va a distinguir entre los progresistas y los no progresistas.
Cada vez es más tenue y frágil la distinción entre la izquierda y la derecha. Lo que tenemos que ver es la práctica, qué es lo que están haciendo efectivamente y no la declaración o los programas políticos. Otro dato importante: en toda América Latina las siglas partidarias cada vez pierden más sentido. La gente se mueve por otros ideales, por otras formas de agrupación de intereses.
Estamos rumbo a la extinción de los extremos izquierda-derecha.
Tal vez. Y eso puede ser señal de una evolución de la política, de un perfeccionamiento del sistema democrático, donde avanzamos en el proceso educativo.
AUTOFICHA
■ “He sido viceministro de Educación entre 2010-2013, rector de dos universidades, director de un instituto en el campo de la educación. Soy muy pragmático y prefiero los hechos. Fui elegido secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (2015-2018)”.
■ “En la OEI estamos muy comprometidos con la educación en derechos humanos, no solo con los gobiernos, sino también con la sociedad civil. La OEI tiene 66 años de existencia. Trabajamos como meta el Proyecto Educativo 2021”.
■ “En Latinoamérica hemos crecido tremendamente. El problema es que nosotros empezamos muy tarde, somos países de desarrollo tardío y los países desarrollados, con toda la crisis que tienen, siguen creciendo. Entonces, tenemos que poner énfasis en la educación”.
Por Mijail Palacios Yábar (mpalacios@peru21.com)
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