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Opinión

“Esto no ocurre solo con UVK, sino también con otras conocidas empresas de Larcomar”.

Algo anda muy mal en nuestro país para que la informalísima Mesa Redonda y la cosmopolita Larcomar resulten ser lo mismo cuando de respeto a la vida humana se trata. En Larcomar, el horario de poca concurrencia hizo que la tragedia no alcanzara las dimensiones mortales de la primera, pero la apuesta por administrar cualquier negocio, incluso el centro comercial más importante y turístico del país, bajo la más absoluta informalidad, amerita una reflexión sobre nuestra naturaleza empresarial.

UVK es una cadena de multicines con 15 años de experiencia, aunque la familia Ubillús está dedicada al negocio de la distribución y exhibición desde los 70. Cuenta con locales no solo en Lima, sino también en Ica, Piura y Huacho. UVK tiene vínculos con grandes empresas internacionales de la distribución de películas como Warner o Fox. Dispone de un amplio espacio en Larcomar y otros concurridos centros comerciales del país. ¿Qué hace que una empresa con ese posicionamiento se convierta en infractora de normas básicas de seguridad, lo que les costó la vida a cuatro personas?

El alcalde de Miraflores ha confirmado que UVK, con la informalidad propia de nuestros lares, realizó modificaciones al interior de sus instalaciones. Cambios que no fueron informados al municipio, menos autorizados. Lo que eran vestidores con rejas y otros seguros se convirtieron en oficinas administrativas de las que no pudieron huir tres de los trabajadores muertos.

Según expertos en Defensa Civil, esto no ocurre solo con UVK, sino también con otras conocidas empresas de Larcomar, el Jockey Plaza y otros centros comerciales a los que acudimos miles de peruanos. La misma negligencia de Mesa Redonda instalada también en la psiquis de empresarios supuestamente parte de la élite de la formalidad, completamente ajenos a responsabilidades esenciales. La codicia, sobre la vida humana, parece ya un pecado propiamente peruano.


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