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Opinión

Uruguay es un país pequeño, pero de ingresos altos. El Producto Bruto Interno (PBI) per cápita es de US$15,180 al año y cuenta con una población de 3’407,062 personas. Sin embargo, las perspectivas de evolución económica para el 2015 son preocupantes.

Se proyecta que este año el crecimiento del PBI se sitúe en 2.6%, menor a su crecimiento potencial, estimado en 3%. Esto se debe al deterioro del panorama externo que enfrenta el país. Sus principales socios comerciales, Brasil y China, que concentran el 40% de sus exportaciones, no están creciendo a la velocidad de antes. El primero se ubica en un proceso de estanflación (inflación con caída en el producto), mientras que el segundo se encuentra luchando contra una desaceleración interna. Esto se ha traducido en una contracción en los precios de varios de sus principales productos de exportación, entre los que se encuentra la soya. Así, el crecimiento estimado se sustenta principalmente en la demanda interna.

Sin embargo, también son significativos los retos que debe enfrentar el gobierno en materia de política fiscal y monetaria para contrarrestar esta menor demanda internacional. Por un lado, el déficit fiscal cerró en 3.6% del PBI, mientras que la deuda pública asciende al 21.6%. De otro lado, se estima que la inflación continuará alrededor del 8%, ubicándose por cuarto año consecutivo fuera de su rango meta (de 3% a 7%). Asimismo, el intercambio de bienes y servicios viene siendo deficitario, con lo que el déficit de cuenta corriente se ubicó en 4.8% del PBI.

Uruguay necesita reducir estos desequilibrios macroeconómicos para atraer la inversión privada con el objetivo de invertir en infraestructura y capital humano. Así, es indispensable que el presupuesto público permita una adecuada consolidación fiscal y una mejor credibilidad en la trayectoria declinante de la deuda neta, respecto al PBI. Con esto, se espera que el tipo de cambio se deprecie más que la inflación, alcanzando una tasa del 10% al cierre del año, con lo que la divisa se situará en 26.7 pesos por dólar.

Uruguay sigue siendo un país dolarizado, así que inflación alta con tipo de cambio al alza normalmente no han sido una buena combinación. Uruguay requiere que la mayor competitividad del país, producto de un tipo de cambio más depreciado, no se pierda con una inflación fuera de control. Esta es la hora decisiva para el Banco Central.


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