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Carmen Mc Evoy: “Perú necesita izquierda moderna y derecha liberal”

La historiadora sostiene que se debe cumplir con reparaciones a las víctimas del terrorismo e iniciar una lucha frontal contra la corrupción.

Mc Evoy asegura que, si Perú superó la Guerra del Pacífico y el terrorismo, puede sobrepasar la actual crisis social. (Rafael Cornejo)

Asegura que en el Perú hay instituciones perfectibles y otras que funcionan adecuadamente. Carmen Mc Evoy sabe que nuestro país es una república joven. “Todavía no hemos cumplido 200 años”, dice, y añade que aún tenemos un largo proceso por recorrer. Cree que los problemas de nuestra nación se irán solucionando si se llega a consensos entre las diversas agrupaciones políticas y sociales. Eso sí, pide justicia y una democracia social y no política.

Hablamos siempre del “sueño republicano”. ¿En qué momento de formación de ese sueño estamos?
En las circunstancias actuales mucha gente dudaría de que estamos, incluso, siendo parte del proyecto por las circunstancias externas, la crisis política, la crisis de institucionalidad, por todos los escándalos de corrupción. Pareciera que el sueño se está transformando en una pesadilla. Sin embargo, pienso que la república peruana es una experiencia histórica y una experiencia histórica siempre está rodeada de problemas. La república, para los que la fundan, es un experimento vulnerable, es una experiencia. Y esta experiencia está un poco abierta a la contingencia, y entonces los fundadores de la república –entre ellos Sánchez Carrión, Arce, Mariátegui, Unanue– apuestan por la experiencia a pesar del riesgo que significa. Saben que salen de un lugar seguro, que son 300 años de sistema colonial, y que va a existir una serie de peligros para que la república se constituya y por eso es que hay estas sucesivas crisis. Lo que tenemos que tener en claro es que estamos pasando por una crisis, pero, por otro lado, la república está dando pruebas de su fortaleza y de que existe un régimen de justicia, una procuraduría que se creó en el momento de mayor crisis republicana (que fue la transición democrática) y que esta procuraduría es la que está facilitando que todos estos delincuentes estén siendo juzgados. Entonces, existen momentos de dificultad, pero, por otro lado, momentos como el surgimiento de Paniagua, cuando cayó el régimen fujimorista, quien le dio la dignidad a lo que la república demandaba. Entonces, estamos en un momento de crisis, pero yo siempre soy optimista de que somos lo suficientemente fuertes para remontarla.

Los institucionalistas sostienen que siempre hay instituciones, sean buenas o malas. ¿Cómo es en el caso de la república? ¿Se puede hablar de una buena o mala república?
Lo primero que hay que hacer es definir lo que es la república. Es la res-pública, que significa lo público. Pienso que, en el momento de la fundación, se crea en los arquitectos de esta “república” la necesidad de crear simultáneamente dos espacios: el espacio político institucional del Estado y la sociedad civil. Entonces, es bien interesante que, por ejemplo, Sánchez Carrión diga que ve la república como una conjunción de ambos. Yo creo que en el sentido de estatidad existen las instituciones, algunas mejores que otras. Por ejemplo, tenemos una serie de instituciones como Sunat, que están cumpliendo su labor. Pienso que otra de las cosas que habrá que subrayar acá es la perfectibilidad. La utopía de la república perfecta no existe. Lo que existe es un proceso en el cual estas instituciones van a ir mejorando en el tiempo. Y tenemos estas crisis en las que nos damos cuenta de que los gobiernos regionales no están funcionando bien porque no ha habido el suficiente control por parte de un ente estatal que confió los recursos sin crear paralelamente órganos fiscalizadores. Ya aprendimos la lección. Cuando ha habido esta cantidad de recursos fabulosos, no ha existido el ente controlador que ha podido conversar con las regiones y llegar a ciertos acuerdos. Justamente fue por esta idea de descentralizar este sueño republicano de la federación, porque el sueño republicano es federalista. Entonces, apuntamos a eso y no funcionó. Lo que creo es que hay instituciones perfectibles y hay algunas en las que sí confío que están funcionando bien. Es una república joven, todavía no hemos cumplido 200 años, todavía tenemos un largo proceso por recorrer, pero yo creo que se van detectando los problemas y se va llegando a ciertas soluciones y ciertos consensos.



DEMOCRACIA. La historiadora confía en que nuestra clase política creará el consenso necesario para superar la crisis social que actualmente convulsiona en todo el país. (Rafael Cornejo)

¿El tipo de república responde a sus tiempos?
Yo creo que sí. Digamos, en este momento estamos en una república en que la democracia política no es suficiente. Lo que se tiene que dar es una democracia social, tiene que haber mayor justicia, mayor redistribución. Pienso que, en el inicio del proceso, lo que más interesaba era la libertad. La república se inicia en respuesta al autoritarismo colonial o el autoritarismo de España. Entonces había ciertos elementos de lucha democrática y de expansión de ciertas mejoras, pero yo creo que ese no era el objetivo. El objetivo era la ruptura política. Por ejemplo, hay una etapa que a mí me parece fascinante del experimento republicano, que es la de 1854. Ahí comienzan los sueños liberales, que es la expansión de la ciudadanía, la abolición del tributo, la abolición de la esclavitud. Ahí te das cuenta de que se mueve la discusión de lo político a lo social y que se está dando inclusión, y ya estás mirando a que la república criolla, la república urbana, no es suficiente y lo que tienes que hacer es reincorporar a esta nueva ciudadanía –que es la ciudadanía indígena– y darles la libertad a los esclavos cuando los americanos todavía no han pensado en esos términos.

¿Cómo definirías el tipo de república que hoy tenemos?
Somos una república… yo no la categorizaría, a mí me gusta el término tal como es. Una república in progress, “en transición”. Creo que la contraparte de eso es la transición democrática que se abrió en el año 2000 y que todavía no encuentra su destino. Es una transición democrática donde todavía falta concretar una serie de demandas. La primera es la reparación a las víctimas de la guerra civil. Acá hubo una guerra civil, debemos admitir que existió, ha habido víctimas y esas víctimas están esperando por una reparación del Estado. La segunda tarea de esta república en transición es una lucha frontal contra la corrupción. Y la tercera es la construcción de instituciones sólidas y una economía equitativa, con un sistema que cree oportunidades, el mercado con instituciones. Todos los escándalos que aparecen cada día demuestran que todos estos objetivos no han sido cumplidos.



CAPACES. Si pudimos superar el terror, podemos salir adelante. (USI)

A la caída del fujimorato, muchos esperábamos el cumplimiento de la promesa republicana, de un Estado eficiente, honesto. ¿Por qué crees que nos ha sido tan difícil cumplir la oferta posfujimorista?
Ha habido una falla en el liderazgo. El presidente Paniagua sentó un libreto. Lo que ocurrió en ese momento era inmanejable a diferentes niveles y lo que pienso es que no se siguió un rumbo claro en los gobiernos que siguieron, porque se pensó que la economía sola iba a resolver sus problemas. Siempre hay que volver a la política, al plan original, al diseño. Por eso es tan importante el diseño original de la república, que se basa en la libertad, pero también en la justicia, en el mérito, en una serie de valores éticos. Yo creo que acá faltó el guion político, el proyecto nacional.

¿Cómo hacemos para cumplir el sueño republicano, considerando la clase política que tenemos?
Bueno, a través, primero, de las coaliciones, el tema de ciertos acuerdos políticos básicos. Volviendo al gobierno de la transición, yo recuerdo que Paniagua hablaba de la necesidad de un acuerdo nacional. Él empezó a pensar en términos de una política en el largo plazo. La única forma de llevar a cabo los proyectos es a través de acuerdos. Cada término o cada administración ha pensado que puede gobernar sola, ha pretendido a la mayoría y en algunos casos ha despreciado a las minorías. Entonces, creas un malestar político en el largo plazo que se va agudizando y que va llegando a situaciones como la que estamos viviendo actualmente. Tenemos que pensar y reflexionar, además, en que no solamente estamos hablando de una transición democrática, sino de una sociedad posguerra. Hemos vivido 20 años de guerra (1980-2000), y la guerra lo que te deja es un lenguaje de aniquilamiento del otro, y ese lenguaje se ha trasladado a la política. O sea, para que tú existas tiene que desaparecer tu adversario político. Ni siquiera tiene la capacidad de decir lo que piensa y no solo en términos políticos, sino en términos generales de la sociedad. Es una era de posguerra, de transición democrática, de construcción de las instituciones, que demanda un liderazgo en el que la economía no es suficiente. Tiene que haber, por ejemplo, un proyecto educativo. El gobierno tiene que invertir en las universidades, se tienen que generar liderazgos estudiantiles. Es un proyecto que abarca muchísimas esferas. Yo creo que sí, a nivel económico se ha hecho la tarea, pero el empresariado tiene que entender que no solamente haciendo la tarea a nivel económico este país va a salir adelante. Hay una deuda pendiente. Piensa lo que está ocurriendo en zonas tan deprimidas como Huancavelica. Ni siquiera llega parte de nuestra riqueza allí. ¿Qué tipo de república podemos tener si todavía hay sectores socialmente marginados? Necesitamos de un acuerdo nacional donde se piense en términos de qué queremos en el Perú en 50 o 100 años, no qué queremos para el Perú para mañana o pasado, que es lo que actualmente estamos viendo.



SOCIEDAD. “La sociedad civil presionó para que termine el gobierno de Fujimori. Nuestra sociedad civil tuvo la energía suficiente”. (Rafael Cornejo)

¿Cómo se puede trabajar desde fuera de la política para todo ello?
En la transición fue justamente la sociedad civil la que salió y presionó para que termine el gobierno de Fujimori. Contamos con una sociedad civil que tuvo las energías suficientes. Yo siento que sí existen espacios de discusión en la sociedad civil. Piensa en Transparencia, Proética, pero lo que ocurre es que a la sociedad civil no se le puede dar toda la responsabilidad que la clase política no está cumpliendo. Yo creo que, más que pedírselo a la sociedad civil, habría que pedírselo a los partidos políticos.

Entonces, ¿es un cambio generacional lo que estamos esperando en la actualidad?
Se está dando un cambio generacional, hay una mayor toma de consciencia entre la gente joven. Este sistema perverso les puede dar vida para dos términos más (a los partidos políticos) y después están condenados a la extinción. En el camino creo que están surgiendo liderazgos interesantes, como lo que pasa en España. Ahí nadie esperaba un cambio tan radical.



CAMBIO. Hay una mayor decisión y liderazgo entre la gente joven. (Heiner Aparicio)

¿Crees que el radicalismo pueda llegar al poder debido a la crisis de los partidos políticos? Me refiero a un fenómeno tipo Chávez…
En el caso de España hay un entramada económica y social que no creo que permita que se repita el modelo chavista, y creo que tampoco se puede comparar en el caso del Perú, porque nuestra sociedad ya ha experimentado el radicalismo de Sendero Luminoso. Conocemos a lo que el radicalismo te puede llevar, y es la violencia. Y la violencia en el Perú ha sido descartada como una opción. Al menos hemos llegado a un consenso en el que la violencia no es el camino. A partir de ese consenso puedes tener partidos que te empujen a llevar a cabo ciertas reformas necesarias. Yo creo que acá lo que se necesita es reconstruir a la izquierda, por ejemplo. El Perú necesita tener una izquierda moderna que empuje la maquinaria política a llevar a cabo ciertas reformas que el país necesita…

También necesitamos de una derecha liberal, ¿no?
Así como se requiere una izquierda moderna, que definitivamente rompa con la violencia, que no le dé ninguna oportunidad a ese camino revolucionario, igualito necesitamos una derecha liberal…

¿Cuáles serían las principales restricciones que tendríamos a futuro para forjar nuestro sueño republicano?
Sería el ultraindividualismo, un capitalismo salvaje, que tú lo ves. Mira lo que pasa con Orión, lo que son capaces de hacer por ganar pasajeros. Yo creo que eso es función de la educación (esto de las pasiones y los intereses). ¿Cómo podemos domesticar las pasiones y los intereses, y encontrar una fórmula que yo creo que tiene que ser, por ejemplo, un voluntariado juvenil? Que tus hijos, que mis hijos puedan hacer voluntariado. Eso te conecta con las necesidades de los demás y te permite salir de tu pequeña burbuja y entender que hay un mundo de necesidad en el que tú puedes participar no solamente ayudando, sino ayudándote a ti mismo a desarrollar la compasión, la solidaridad.



SALVAJES. Las combis asesinas son ejemplo de capitalismo salvaje. (USI)

La cultura norteamericana tiene una sólida base en eso, ¿no?
Por ejemplo, tú lo ves clarísimo en Gates, en estas grandes fortunas. O sea, al final ellos en vida están regalando, devolviendo a la sociedad gran parte de su fortuna ¿Qué millonario latinoamericano –no corrupto– ha firmado en vida una cesión de sus bienes? Ninguno. Es enseñar con el ejemplo. Si ves a un Gates, a un Buffett regalando sus miles de millones, en la pequeña localidad norteamericana se va a repetir ese modelo. Ya no debemos seguir en el modelo del “sálvense quien pueda”; ya salimos de la guerra y de la pobreza. Necesitamos liderazgo, asociaciones civiles que fortalezcan esos voluntariados, un discurso solidario a partir de las élites económicas, que comencemos a ver que, a nivel de las élites económicas, se está dando ese viraje en que ellas ya salieron de sus crisis y ahora comienza el viraje en el que comienzan a mirar a otro, a través de becas (una serie de cosas), ayudar; son gestos. Yo creo que la construcción política no solamente se hace de grandes decisiones, sino de pequeños gestos. Lentamente llegas a un momento de tu vida en que dices “¿cuál va a ser mi legado?”, “¿por qué quiero que me recuerden?”. Y eso tiene que ocurrir.

Yo creo que esto ya está ocurriendo. Todas las grandes corporaciones familiares locales realizan grandes proyectos sociales…
Pero hay ganancia, aunque igual es un proceso que se está dando. Otra cosa más es que hay que dar una mirada más hacia el interior. Richard Webb ha hecho un buen trabajo en mostrarnos no solo que la economía ha ido penetrando, sino que la revolución tecnológica nos ha ido integrando.

¿Eres optimista o pesimista de nuestro futuro?
Optimista, porque creo que el Perú pudo remontar cosas terribles: pudo remontar la anarquía entre 1834-44, diez años de guerra civil, un país devastado que pudo reconstruirse a partir de 1845, en 1879 la Guerra del Pacífico, cuatro años de ocupación, un país devastado. Y luego la guerra del 80 (guerra genocida en la sierra), que fue terrible, tipo Pol Pot. Pudimos remontarnos. Entonces, ¿por qué no vamos a remontar esta situación actual? Soy una optimista informada. Es un optimismo histórico. ¿Y por qué? Somos un país muy rico, eso lo dicen todos. Los chilenos viven sorprendidos de la riqueza del Perú. Segundo, somos un país muy trabajador. El peruano es trabajador. Y, tercero, para bien o para mal, el peruano se olvida. El olvido es una buena terapia porque te permite volver a empezar.

ESTADO Y ECONOMÍA
¿Las libertades en el plano económico que hoy tenemos no son también un rasgo de nuestro actual tipo de república?
No hay una atención entre el interés individual y el interés colectivo. Y un poco que la república intenta dar una suerte de ruptura del círculo, en el cual el interés individual no debe prevalecer ante el interés colectivo, y creo por eso que el liberalismo a ultranza en el Perú no termina de cristalizar, porque existe en el ADN republicano una necesidad de controlar los apetitos personales. Si tú te pones a pensar, ¿quiénes son los que crean este Estado que tiene ciertas reverberaciones en el presente? Son los militares. No hay que olvidar que el siglo XIX es un siglo administrado fundamentalmente por los militares. El arquitecto del primer Estado organizado es Ramón Castilla y se basa en el guano, un recurso en poder del Estado. Un Estado que crea problemas al mercado. Digamos que, al tener el Estado al guano como recurso, no tiene que negociar con la sociedad civil. Es una suerte de Estado autista que no permite diálogo con la sociedad civil.

Por Juan José Garrido (director@peru21.com)


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