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Owan Lay, experto en políticas públicas: 'Es necesario entender que estas prácticas discriminatorias no son normales' [Entrevista]

“El lenguaje genera estereotipos, los estereotipos provocan discriminación, y la discriminación tiene como resultado la exclusión y la marginalidad”, explica.

"Para dejar de ser racistas, primero debemos reconocerlo", dice Owan Lay. (Getty)
"Para dejar de ser racistas, primero debemos reconocerlo", dice Owan Lay. (Getty)
Esteban Acuña

Esteban Acuña

@estebanbigotes

Owan Lay es licenciado en relaciones internacionales y especialista en diseño de políticas públicas. Ejerció durante 4 años y medio como Director de políticas para la población afroperuana en el Ministerio de Cultura. También fue director del Lugar de la memoria, la Tolerancia y la Inclusión social. Pero, por sobre todo, Owan Lay es afroperuano.

En esta entrevista, Owan Lay afirma que no quiere ir contra el mensajero, sino contra el mensaje: “No son negros, son cocodrilos de altura”, dijo Phillip Butters en uno de sus programas, provocando la reacción de la prensa ecuatoriana por su contenido evidentemente racista.


Ministerio de Cultura rechazó comentarios racistas de Phillip Butters contra la selección ecuatoriana

Pero acá no conversaremos sobre Butters, sino sobre los aspectos que influyen en nuestro comportamiento y nos llevan a discriminar, a veces, incluso, sin darnos cuenta. Lay nos explica por qué.

¿Qué consecuencias advierte en que un locutor que se dirige a cientos de peruanos insista en hacer comentarios racistas, homofóbicos o discriminatorios en general?

—El lenguaje genera estereotipos sobre un conjunto de individuos que terminan afectando las relaciones o interacciones sociales entre los individuos. Los estereotipos vinculados a la población afrodescendiente generan discriminación, y la discriminación tiene como resultado la exclusión y la marginalidad. Cuando además se los animaliza, lo que se está haciendo es deshumanizar al sujeto y quitarle su condición de sujeto de derechos, y eso genera relaciones perversas en el Perú.

¿Cómo podríamos llevar esto —digamos— al terreno cotidiano?

—Cuando tú estás hablando sobre personas en situación de vulnerabilidad hay estereotipos sobre qué es un afrodescendiente o un ‘negro’, que son vinculados a que no tenemos capacidad e inteligencia o a que lo único que sirve de nosotros es la fortaleza física. Se le quita toda su condición humana. Estas ideas están en la sociedad inmersas, por más de que alguien diga ‘no, yo no soy discriminador’, cuando una persona ve a alguien con estas características —afroperuana o negra— las ideas sobre lo que esta persona debe ser se activan automáticamente, sin pensarlo, porque es parte del paradigma sobre el cual las personas actúan en la sociedad.

Es decir, los comentarios racistas vienen afianzar aún más nuestros estereotipos.

—Efectivamente. Estos comportamientos están muy ligados con las sociedades coloniales. Han pasado más de 550 años desde que los primeros africanos esclavizados llegaron forzadamente a las Américas, y a partir de ahí se construyó todo un discurso sobre el poder, sobre quiénes estaban arriba, en una situación de privilegio, y quiénes estaban abajo y no debían ser considerados sujetos de derecho. Han pasado más de 550 años y todavía estamos reaccionando con una mentalidad medieval. Y en países en desarrollo como el nuestro, mucha gente ni siquiera presta atención a lo que es políticamente correcto, a diferencia de los países industrializados.

¿Son racistas los peruanos?

—Esto no es un problema del Perú, es de carácter estructural y pasa en todo el mundo. Pasa en las ciudades industrializadas como en países en vías de desarrollo. Yo creo que la discriminación y el racismo son parte de la estructura de la sociedad, y es necesario iniciar un proceso para desaprender este tipo de ideología.

Prácticas discriminatorias no son normales

¿En qué dirección vamos?

—Yo creo que todavía estamos en este proceso de desaprender. Pero es difícil cuando no existe una sociedad que es consciente de que esto genera exclusión y marginalidad sobre el grupo social. Hay una necesidad de entender que estas prácticas (discriminatorias) no son normales.

No podemos cambiar lo malo si no partimos por reconocerlo…

—Hoy discutimos los sistemas de dominación u opresión que no permiten a las mujeres desarrollarse con plenitud en comparación con los hombres. Hoy estamos reconociendo algunas cosas que hay que corregir, por eso existe un Ministerio de la Mujer: para mitigar y disminuir las brechas a través el conjunto de políticas públicas que oprimen el desarrollo de las mujeres. Hoy, las mujeres viven en una situación de desventaja frente a los hombres. En el mismo sentido, el Estado y la sociedad en su conjunto debieran comprender que la discriminación bajo la variable étnica racial genera opresión.

¿Por qué la gente le da tanta tribuna a esta clase de líderes de opinión?

—Esta es una sociedad que tiene problemas para identificar y para reconocer el activo que tiene la diversidad. Así se estructuraron nuestras mentes desde la época colonial, entonces todavía no entiende que esta diversidad es parte de nuestro activo. A mediados del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX se iniciaron procesos de incentivo migratorio bajo el pretexto de mejorar la raza. En muchas sociedades, como en Argentina, en Chile o en Brazil, también en el Perú, se fomentaron mucho las migraciones europeas. El sureste brasilero, por ejemplo, es blanco, producto de esta migración. La construcción de nuestras sociedades se ha vinculado más bien a la lógica de la homogeneización y el mestizaje, en diluir la diversidad y pensar que esta no enriquece sino que más bien es un obstáculo.

¿Podemos dejar de ser racistas?

—Lo primero que debería decir es que la sociedad se debería reconocer como una sociedad que discrimina, y en ese sentido todos sus ciudadanos somos responsables. Lo segundo es entender que este tipo de actitud genera discriminación. La discriminación genera exclusión y marginalidad, lo que impide el desarrollo pleno, y en libertad, de los afroperuanos, y en consecuencia no pueden ejercer sus derechos como cualquier otro peruano en este país. El sistema genera un conjunto de tramas invisibles que no permiten avanzar en mayor medida a este grupo de la sociedad. Y lo tercero es que la discriminación es un mecanismo de poder. Por eso tenemos que elegir si seguir en este juego perverso o si vamos a contribuir a generar una sociedad que reconoce su diversidad porque la entiende como un activo para su desarrollo.

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