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José Carlos Yrigoyen: Novela negra con bromato [Opinión]

“El segundo gran problema son las subtramas, excesivamente dilatadas como todo en esta novela, y, además, completamente innecesarias. O mejor, claramente fallidas”.

Hace unos años, en el 2005 para ser precisos, Juan Marsé renunció al jurado del Premio Planeta alegando que estaba “un poco harto de novelas insustanciales con premio o sin premio que ocupan tanto espacio mediático en perjuicio de otras con empeños más honestos y ambiciosos, pero que apenas les dejan espacio para respirar (…) pero en cualquier caso yo me niego a dar gato por liebre, ya sea como miembro del jurado en un concurso literario o como simple ciudadano al que le piden una opinión sobre un libro”. Como se imaginarán, la dureza de sus declaraciones provocó un fuerte debate en el que se defendía y atacaba con igual ímpetu al autor de Si te dicen que caí, empañando la ceremonia de dicha edición. Lamentablemente, los organizadores del premio no aprendieron nada de la experiencia y año tras año, con alguna honrosa excepción, siguen galardonando libros, por decirlo suavemente, de más que dudosa calidad.

El año pasado comprobé lo anterior intentando leer Hombres Desnudos, novela que había ganado el Planeta por entonces, y salí espantado de ella tras avanzar las primeras cien páginas. Pero nunca aprendo de las malas experiencias y reincidí este 2017. Y lo de esta ocasión es mucho peor. No exagero. Todo esto te daré, de Dolores Redondo (San Sebastián, 1967), es una novela negra de seiscientas páginas que pudo desarrollarse perfectamente en ciento cincuenta. O mejor, en ninguna.

Lo más rescatable del libro es el primer capítulo, que presenta de una manera más o menos efectiva el planteamiento del caso a resolver: un escritor, Manuel, es informado de que su esposo, Álvaro, un publicista, ha fallecido en un extraño accidente que las autoridades no logran esclarecer convincentemente. Entonces, hace un viaje hacia Galicia, donde la familia de su pareja es parte de la nobleza local, junto a un viejo policía, Nogueira, que quiere aclarar este caso antes de jubilarse. De acuerdo, nada demasiado original, pero se presenta decentemente, y a estas alturas no le vamos a pedir a un whodunit demasiadas sorpresas.

Después de este proemio, no hay por dónde coger esto. El primer gran problema es la insoportable inclinación de Redondo por atiborrar su libro de descripciones de lugares, paisajes, objetos, estancias y animales que se reiteran hasta lo indecible, lo cual no estaría mal si es que estas estuvieran trabajadas con una prosa ya no digo rica, pero al menos convincente, cierto lirismo, en fin. Redondo no tiene nada de esto, y la mayoría de veces cae en minuciosos y soporíferos inventarios perpetrados de forma tan simplona y relamida que a su lado Dan Brown parece Lezama Lima.

El segundo gran problema son las subtramas, excesivamente dilatadas como todo en esta novela, y, además, completamente innecesarias. O mejor, claramente fallidas. Si la intención de Dolores Redondo era insuflar alguna densidad a los protagonistas, perfilar una progresión psicológica que explique alguna de sus decisiones y su forma de ser, pues no lo consigue en ningún caso. Ni la traumática infancia de Manuel ni los oscuros secretos de Nogueira y sus tribulaciones familiares aportan algo, por muy mínimo que sea, a la historia; todo resulta cosmético, accesorio, destinado exclusivamente a aumentar el conteo de folios de a como dé lugar y sin considerar los muertos y heridos que esto deje en el camino.

¿Y la trama principal? Luego de atravesar este largo y repetitivo desierto, uno espera hallar una Tierra Prometida que justifique tanto sudor y lágrimas, pero solo encuentra una resolución predecible que nos deja con un regusto que oscila entre la decepción y la mortificación por tanta indigencia a nivel expresivo, argumental y narrativo. Y ahora me disculparán, pero me voy a releer a Ross MacDonald para quitarme tan mal sabor de boca. Feliz fin de semana.

Dolores Redondo

  • Todo esto te daré. Planeta, 2017. 616 pp.
  • Relación con la autora: ninguna.
  • Puntuación: 0/5

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