08.MAY Miércoles, 2024
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"Mi reclusa excusa" - Nuntón Gonzales [Crónica]

“Hay quienes no tienen nada y yo me quejo: ¡qué pendejo!”.

Después de un año de leer decenas de libros, de intentar escribir, fallar y volver a hacerlo hasta finalmente enfrentarse al papel en blanco, los chicos de este taller envían sus escritos a las calles de Lima. Ellos han publicado su primera batería de textos. Han logrado un sueño. Conoce más detalles de esta edición de Cheka editada y redactada desde el Establecimiento penal modelo Ancón 2.

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Sería una excusa decirte que me levanto a las seis para hacer mis ejercicios y luego me voy a tender mi cama, luego me cambio inmediatamente para unas cuantas vueltas al patio.

Sería una excusa decirte que luego me pongo a ejercitarme con las pesas, ya que correr me hizo entrar en calor y mis ánimos se sintieron con ganas de seguir con ejercicios extras.

[“Un paseo por el supermercado” – Lorenzo Chávez]

Sería una excusa decirte que luego de ejercitarme me meto a la ducha como todas las mañanas desde que ingresé al programa.

Sería una excusa decirte que, después de haberme duchado y cambiado, vuelo a tomar mi desayuno con proteínas y vitaminas que nos provee el honrado gobierno, el más humilde tal vez, no sé si del mundo, quizás. Ese Estado que se preocupa por su gente y no anda malgastando miles de dólares en telas floreadas; es por eso que les agradezco la tan nutritiva alimentación y que cada vez somos más los que llenamos una clínica por TBC, aislados y olvidados a nuestra suerte. Porque se llama suerte el que sigamos vivos en este mundo de cemento donde está prohibido el ingreso de unas bolsas de quaker o más de cinco unidades de Ajinomen. Está prohibido y, aun así, tu visita llega a verte. Aunque sea una vez al mes o tal vez un poco más. Gracias a Dios por los alimentos que nos provee, gracias a nuestra familias que, con esfuerzo y cariño, nos traen víveres.

Sería una excusa decirte que luego me sacan arrancado de mi ambiente y del pabellón para dirigirme al taller de área de trabajo y a hacer algo por la vida. Invirtiendo mi tiempo y ocupando mi mente para no volverme loco de tanto encierro. Sería una excusa decirte que me paso el día ocupado en el taller, inventando y haciendo algo para solventar mis gastos y necesidades. Ahí almuerzo, por lo menos un plato de comida. Gracias a la voluntad de Dios, porque hay quienes no tienen nada para comer, solo un estómago vacío. Hay quienes no tienen nada y yo me quejo: ¡qué pendejo!

[“No me libres de este sentimiento, libertad” – Marlon Orbezo]

Sería una excusa decirte que, al llegar al pabellón, son las cinco de la tarde y me siento cansado. Llego a mi ambiente y veo mi cama, ella me acoge y no me niega su abrigo, es mi amiga fiel porque, cuando he estado enfermo, puso su hombro para calmar mi dolor.
Sería una excusa decirte que, luego de las seis de la tarde, en un preencierro me pongo el mandil para trabajar en la cocina, con la sazón, y ahí repotenciar nuestra nutrición. En la cocina me distraigo, dejo de pensar porque el Estado se preocupa demasiado en la pobreza y estudios y no deseo que el dinero se malgaste. Porque hay tantas cosas que mejorar y también por desaparecer, como el Congreso y la sarta de manganzones. Pero, bueno, la cena ya está lista, pura pasta… con su salsa roja, en el reloj son las ocho de la noche mientras se sirven los fideos. Ya sentados, en cualquier lugar, siempre y cuando nos sea grato y permitido, juntos, como hermanos, entonamos algún tema de conversación. Entre risas y chacota nos perdemos en el tiempo.

Se escucha un pitazo que nos indica que es el encierro parcial de las nueve de la noche.

Sería una excusa decirte que ya encerrado, recostado en mi amiga, la cama, me dejo atrapar con un libro en la mano, en el dulce sueño que todos deseamos para dejar de batallar, mientras le doy gracias al de arriba por un día más.

“Sería solo una excusa más”.


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