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"Los toreros creamos arte al vencer el miedo"

“Yo arriesgo mucho porque en los toros, para que emerja la belleza, hay que jugarse la vida”, nos dice Iván Fandiño, torero que ha triunfado en Acho.

Foto: Rochi León.
Foto: Rochi León.

Iván Fandiño,Torero
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

En 2012, en la Feria del Señor de los Milagros, Iván Fandiño será el torero al que más veremos lucirse en la arena. Ya demostró su talento en dos tardes. En la primera, sin toro respetable, hizo una faena estupenda; en la segunda, con un toro decente, cortó dos orejas. En su tercera tarde espera la consolidación. Valor, talento y enganche con la afición tiene. Que haya toro.

En tu familia no hay tradición torera…
Yo jugaba pelota vasca. Los toros llegaron a mí de forma tardía, a los 18 años. Y uno no se hace torero en el País Vasco, hay que irse a Madrid, a Salamanca. Pero, una vez que empecé, todo comenzó a fluir.

¿Lo tuyo es más esfuerzo que talento?
Si te gusta tu oficio, alguna destreza innata debes tener. Uno puede mejorar técnica, estética, formas y más, pero si el destino no te ha dado el valor suficiente para ponerte frente a un toro, no puedes hacer más.

¿Qué lleva a un hombre a poner en juego su vida?
La pasión y el sentimiento. ¿Tú sabes lo que implica el pararse en una plaza y jugarse la vida y lograr que la gente vibre en un tendido? Es un acto estético hacer que el público sienta lo que el torero vive en el ruedo. Además, el jugarse la vida es algo implícito, uno ni siquiera piensa en ello: si yo pensara que un toro me va a quitar la vida, quizás no me metería al ruedo, pero este proceso es inconsciente, uno lo tiene asimilado. Y, en mi caso, implica una superación personal, una renovación de metas. No soy un conformista, y aún no me ha llegado el momento de disfrutar o de acomodarme. Yo quería torear en Madrid, lo logré; quise venir a Acho, lo logré; quise estar en México, lo logré.

¿Pararse frente a un toro implica locura, inconsciencia?
¿Qué es la locura? Uno debe estar muy cuerdo para saber lo que quiere conseguir en la vida, para saber enfrentar un toro. El valor no significa carecer de miedo sino saber enfrentarlo. Los toreros no tenemos más o menos miedo que los demás, sino que lo afrontamos con naturalidad. Somos diferentes porque creamos arte al superar el miedo.

¿Por qué los toros son arte?
Porque allí se expresan muchas cosas: temple, verdad, honradez, los sentimientos y la capacidad de una persona, etcétera. Y mi destreza se formó viendo muchísimas corridas, entrenando muy duro. Yo vivo las 24 horas del día pensando en el toro y para el toro. Mi dedicación es completa, absoluta. Mi vida son los toros. He tenido que dejar mi vida privada a un lado para dedicarme a mi profesión. Y hoy recojo los frutos de ese esfuerzo.

¿Los toros son un arte heroico?
Por supuesto. Allí hay hombría, valentía. El toro no es un animal domesticado, es un animal que te complica la existencia, un animal que, si tiene la oportunidad, te herirá de muerte. Y el torero es un héroe porque es capaz de hacer cosas excepcionales, cosas que el común no puede hacer.

Los antitaurinos dicen que la lucha es desigual porque, primero, el hombre tiene la inteligencia y, segundo, porque el toro llega picado y con las banderillas clavadas…
¿A mí quién me demuestra que el toro no es inteligente? Cuando un toro ya ha sido toreado y se le vuelve a sacar al ruedo, ya no embiste. ¿Acaso eso no implica una forma de inteligencia?

A mucha gente le cuesta entender que el torero ve al animal con cariño, con respeto…
Yo al toro lo tengo en un altar. Primero, por su nobleza, porque no solo es un animal bravo. Es, sobre todo, noble. Segundo, tiene una belleza extraordinaria. Tercero, gracias a él soy todo lo que soy. Cuarto, tiene una vida libre y extraordinaria, es el rey del campo, no solo le tenemos cariño sino devoción.

Si es así, ¿por qué hay que matarlo?
Este animal ha tenido la oportunidad de luchar, de expresar su bravura; matarlo implica darle la oportunidad de morir dignamente, luchando. Además, la ceremonia hay que terminarla; de lo contrario, no sería fiesta sino simulacro. Por eso, es como la vida: una lucha de vida o muerte que se escenifica en un ruedo, toro y torero pueden morir allí.

¿Por qué no es más digno morir de viejo, siendo feliz en el campo?
Porque el toro de lidia ha sido criado para morir en la plaza.

¿El torero es un ser sensible?
Claro, pero, ¿cómo quieres que demuestre que la tengo? ¿Acaso hay una parte del cuerpo, un órgano donde ella se ubique? La sensibilidad está, se siente, es una cosa mágica.

¿Cómo ejerces tu oficio sabiendo que este tiene mucha resistencia en varios sectores de la sociedad?
Lo ejerzo con mucha naturalidad porque, ante todo, yo respeto la libertad. Mis padres me enseñaron a ser comprensivo, tolerante.

AUTOFICHA

- Nací en el País Vasco, pero mi familia es de La Coruña. Me siento gallego, aunque, por costumbre, también vasco. Mi sangre es gallega; mi cultura, vasca.

- De joven jugaba pelota vasca, sé euskera y mis mejores amigos son vascos. Si hablamos de personalidad, soy más del sur, de Sevilla (ríe).

- No soy nacionalista. No soy un hombre de fronteras. Soy una persona que tiene el horizonte abierto para así poder soñar. Yo me siento un ciudadano del mundo.


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