19.ABR Viernes, 2024
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Opinión

Somos una sociedad muy arraigada a los mitos. Nuestra necesidad de información y explicación de muchos fenómenos climáticos, que nos han acompañado durante siglos, ha servido para acrecentar un acervo muy variado de mitología peruana.

Llevar agua de mar a la cordillera es una vieja práctica de los agricultores de la costa para favorecer la llegada de lluvias a nuestros valles. Este año se ha hecho y, como es obvio, aún no resulta. A nadie le molesta que cada quien haga lo que más le plazca para favorecer sus intereses si no afecta a otros.

Esa última condición es la que no sucede cuando se queman los pastizales de los cerros para que llueva. Es un mito que hay que combatir con racionalidad.

Estudios recientes, muy extendidos, muestran que no solo el humo no tiene capacidad de aglutinar humedad para producir nubes y menos lluvia; por el contrario, la presencia de humo y las partículas muy finas que lo acompañan inhiben la formación de nubes.

Debemos hacer el mayor esfuerzo en difundir el conocimiento y la ciencia a nuestros agricultores para evitar los daños que estamos viviendo en el norte; además del notable desperdicio y mal uso del agua que sigue activo, aun en escasez, en complicidad con malos dirigentes de juntas de riego.


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