22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Ya todos sabemos que este mes se registraron tres derrames de petróleo en la zona norte del país. No es verdad que los medios de prensa han prestado más atención a los picarones chilenos que al derrame. Quienes han mediatizado más la noticia del picarón han sido los ciudadanos, no los periodistas, ojo.

¿Por qué esto nos importa poco? Pues, porque no estamos familiarizados con los daños que implican para la Amazonía ni nos sentimos cercanos a nuestros conciudadanos que hoy se ven afectados moral y económicamente por este desastre. Imagínense ustedes levantarse una mañana y ver que toda su casa está llena de petróleo por una fuga ajena a su propiedad. Lo más desalentador es que la discusión está centrada en que si el Estado está en la capacidad de gestionar este tipo de industria, queriendo agendar su privatización, como si los privados hubiesen demostrado un extraordinario desempeño ambiental en las últimas décadas.

Lo cierto es que Petroperú ha demostrado absoluta ineficiencia. Al no tener una estrategia de prevención ni de gestión de desastres, no les ha quedado otra que apoyarse en la ciudadanía, a cambio de diez soles por balde, sin importar la edad ni equipamiento especial para las tareas de limpieza. Es decir, el Estado se preocupa de impedir que se venda comida chatarra en las escuelas, pero permite que los niños se metan a la zona afectada a recoger petróleo.

Aun así, seguimos más interesados en los picarones. Pero eso sí. Si quieren construir un supermercado en nuestra calle, ahí sí protestamos. Debería darnos vergüenza.

Después nos preguntamos por qué hay conflictos sociales. No entiendo por qué los partidos con tendencias de izquierda son los que más se preocupan por estos temas. Esto no debería tener bandera política. Ni siquiera es una cuestión axiológica, sino de inteligencia y estrategia económica. ¿Cómo depender de un recurso que, además de ser no renovable, acaba con la tierra y el agua?


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