Alexandra Ames: ¿Y después del diagnóstico, qué?

La semana pasada se dieron a conocer los resultados del Índice de Competitividad Regional del Perú 2015 (ICRP) de Centrum. Vemos que lideran el ránking Lima (72.66 puntos) y regiones de la costa como Callao (50.36), Moquegua (44.37), Tacna (44.21), Arequipa (43.51) e Ica (40.79).

Muy pocos analistas se han percatado de la diferencia de puntaje entre Lima y el resto de regiones que están en los primeros lugares. Peor aún, casi nadie se ha percatado de que en este índice el máximo puntaje es 100 y un puntaje aceptable se entiende a partir de los 60 puntos. Ni Callao ni el resto de regiones estarían con nota aprobatoria pese a estar en las primeras ubicaciones. ¿Qué hacer ahora?

El Estado, desde todos los niveles, ya ha avanzado en desarrollar algunos objetivos estratégicos que apuntan a mejorar la competitividad y desarrollo del país de manera alineada. Pero no basta con ponernos metas. Muchas de estas se han plasmado sin tomar en cuenta la estructura de cada una de las organizaciones públicas. ¿Están las instituciones públicas preparadas para cumplir con las estrategias nacionales de manera exitosa?

Según la gerencia estratégica, una vez que se establecen los objetivos de corto plazo, se debe desarrollar la estructura organizacional necesaria para que se pueda cumplir exitosamente con lo planteado. No hay manera de implementar una estrategia efectiva si la estructura no está diseñada u orientada a cumplirla. El profesor Alfred Chandler, de la Escuela de Negocios de Harvard, decía “structure follows strategy” para explicar este enfoque. Los gobiernos locales deben reorganizarse, mirar a sus procesos internos y hacerlos útiles para enfrentar los nuevos desafíos que hoy se nos presentan para beneficio de todos los peruanos. Ponernos metas para crecer, sin apuntar a la modernización del Estado, es como si pretendiéramos elaborar smartphones en una fábrica que solo hace telégrafos.