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Opinión

El pasado 12 de setiembre, Carlos Incháustegui consiguió la libertad después de cumplir su condena […].

Carlos Tapia,Opina.21
El pasado 12 de setiembre, Carlos Incháustegui consiguió la libertad después de cumplir su condena, por ser junto con la bailarina Maritza Garrido Lecca –captada por la ex monja Nelly Evans– los responsables del encubrimiento del escondite del ‘presidente Gonzalo’. Nunca fue dirigente de Sendero Luminoso ni sabía usar un arma de fuego. Fue convencido por su pareja para esta riesgosa tarea, precisamente, por no haber tenido contacto alguno con la organización terrorista. Se creyó un actor de la revolución mundial. Tal fue el fanatismo al que llegó que en el momento de la incursión policial, y reducido en el suelo, gritaba a sus captores que lo mataran por sentir que le había fallado a su líder. Pero no salió de la prisión con el puño en alto ni declaró a la prensa o dio vivas al senderismo. Salió muy contento.

Los medios informaron del hecho, advirtiendo que en los próximos años saldrían libres los miembros de la cúpula, por lo que habría que estar vigilantes para evitar un resurgimiento del terrorismo. Esto está muy bien. Aunque para un sector importante de la población, “el que fue terrorista nunca dejará de serlo”. En realidad, la mayoría, después de pagar su pena, se ha dedicado a rehacer su vida; ahora, ya los presos ‘organizados’ son pocos y bastantes los ‘desvinculados’. Ya pasó el tiempo cuando se ufanaban de emboscar a policías, poner coches-bomba y degollar a los campesinos que se les oponían; y después, solo después de ser capturados, clamar por el acuerdo de paz y plantear la libertad de su jefe en las tratativas con Montesinos, aunque nunca aceptaron arrepentirse de sus crímenes ni pedir perdón a las víctimas.

En los últimos seis años han salido de la prisión, cumplida ya su pena, 200 condenados por terrorismo; más de 1,800 han salido en años anteriores, sin contar los 600 indultados por Fujimori, y quedan en prisión cerca de 500. En abril de este año, se capturaron a 28 ‘infiltrados’ en el Movadef.


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