23.NOV Sábado, 2024
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Opinión

eduardoferreyros@gmail.com

En medio de las negociaciones para un TLC con los EE.UU., apareció una nueva línea de oposición relacionada con la cultura. Según sus promotores, con el TLC, el país iba a ser invadido por productos culturales estadounidenses, que en el cine solo íbamos a poder ver sus películas y que el TLC sería el puntillazo final a la colonización cultural de nuestro país. No al TLC.

Fuimos al Congreso a explicar que el TLC no venía con nada de eso. Habíamos llevado como muestra la cartelera cinematográfica, donde se les mostró que todas las películas que se exhibían entonces eran extranjeras. Ni una sola película nacional.

Se explicó que las industrias culturales (o creativas) se desarrollaban a través de políticas públicas coherentes, promotoras, no proteccionistas, y en un ambiente de libre mercado que permita el crecimiento y, por lo tanto, mayor dinero en los bolsillos de los peruanos para consumir cultura. También sería importante la liberalización de los mercados para que los insumos de pintores, cineastas, fotógrafos, etc., que fuesen importados sean más baratos al estar libres del castigo arancelario.

En los últimos años hemos visto cómo la producción cinematográfica nacional, así como la teatral, entre otras expresiones culturales, unas más que otras, han tenido un crecimiento importante, independientemente de la calidad, que es algo subjetivo; lo objetivo es que las industrias culturales vienen creciendo, acercándose ya al 3% del PBI (otros países de la región van por 6%).

Todo esto sin mayor intervención estatal. El Estado debe facilitar el camino a la creación y promover con políticas públicas adecuadas y coordinadas multisectorialmente, no con proteccionismo, el desarrollo de industrias culturales. Esto no solo traerá mayor bienestar económico a sus creadores, que cada vez son más, sino que nos dará a los peruanos, si se enrumban correctamente esas políticas, una elevación intelectual, del espíritu, que tanta falta nos hace.


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